Trabajadoras de las curas y el hogar: un trabajo duro e invisible

"Tenemos que aguantar a menudo que nos traten de ignorantes o nos digan limpiaculos"
Pancarta de una concentración en la plaça Sant Jaume por los derechos de las trabajadoras del hogar y las curas
Pancarta de una concentración en la plaça Sant Jaume por los derechos de las trabajadoras del hogar y las curas

"Hay familias de todo, pero a menudo tenemos que aguantar que nos traten de ignorantes o limpiaculos". Lo explica Daybelyn Juares, de la Asociación de Migrantes Diversas, una entidad donde encuentran apoyo y respaldo humano muchas de las mujeres que trabajan en el sector de la cura de personas dependientes en su hogar. Es hondureña, como buena parte de las mujeres inmigrantes que se ganan la vida, de forma precaria y dura, cuidando sobre todo personas de edad muy avanzada o con demencias seniles o Alzheimer.

La ley de extranjería y el riesgo que supone la situación irregular en la que se encuentran muchas de estas trabajadoras las sitúa en una posición prácticamente de indefensión ante los maltratos que pueden sufrir. Muchos contratos son verbales, y denunciar alguien que se niega a reconocer que has trabajado tres años teniendo cura del su padre dependiente comporta el peligro de que quede a cuerpo descubierto la situación de irregularidad de la trabajadora.

Todo ello hace que las condiciones laborales sean frecuentemente inhumanas y los sueldos muy bajos. Llegar a los mil euros es imposible, a pesar de que son habituales jornadas de trabajo de 24 horas diarias todos los días salvo unas horas de ocio los sábados. Juares explica por qué hay muy pocas trabajadoras autóctonas en este sector. "¿Quién quiere estar encerrada 24 horas en una casa siete días a la semana?", se pregunta. Y hacerlo por 500 euros, podría añadir. Lo hacen mujeres en la situación en la que se encuentran ciudadanas que llegan de países como el suyo, donde la vida está siempre en riesgo, y después de haber pedido préstamos para desplazarse.

Que paguen salarios bajos familias adineradas les retrata. ¿Y cuando las que los pagan son familias humildes? "¡Que hagan de hijos!", responde Juares. Y recuerda que muchas trabajadoras no pueden comer carne o pescado a menudo porque no les llega el sueldo. O que es frecuente que la seguridad social la paguen ellas sin saberlo. Esto cuando les dan de alta. En ocasiones, les descuentan del sueldo una parte dedicada a pagar el consumo de luz o agua.

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