Pajarracos

A Barcelona le están saliendo más pretendientes que a la Rebe de los Gipsy Kings. Si no sabéis cuál es la gitana más guapa de España, ya estáis poniendo la televisión los viernes por la noche. Como mínimo reiréis un poco, que buena falta hace porque en el planeta Colau no paran de aterrizar pajarracos de todo tipo oliendo a elecciones. La lista de candidatos ilustres y sin trabajo conocido prestos a arrancar a los comunes la joya de la corona no para de crecer y ahora se ha añadido otro nombre: Ferran Mascarell. Para hacer un poco de memoria resumiré el currículum político del excelso historiador y editor: exdelegado del gobierno catalán en Madrid con Carles Puigdemont, exconsejero de cultura con Artur Mas y Pasqual Maragall, y exregidor del Ayuntamiento de Barceona con Joan Clos.

El actualmente ex de todo tiene previsto hacer una conferencia el próximo martes 22 de mayo en el Ateneo Barcelonés para presentar su manifiesto El ideal de una ciudad posible. Todavía no hay confirmación de candidatura por ningún partido, pero en este país todo paso adelante hacia el precipicio siempre va precedido de un manifiesto que después o se lleva el viento o queda en papel mojado. Ferran Mascarell siempre ha sido un político ambicioso y, desde que se ha quedado sin trabajo por culpa del artículo 155, ha tenido tiempo de sobras para recuperar una de sus obsesiones: ser alcalde de Barcelona. Volvería a la política por la puerta grande y, de paso, se arrancaría la espina clavada que arrastra desde que José Montilla prefirió a Jordi Hereu.

Tendremos que esperar al día 22 para saber si el patricio Mascarell se rebajará a participar en las primarias de los convergentes tuneados para escoger alcaldable o se ahorrará el mal trago de picar piedra reuniéndose en secreto con quién pone a los candidatos. No lo digo por decir. Su trayectoria política de los últimos años es un ejemplo claro de la habilidad para cambiar de chaqueta en un periquete y de coger atajos. Durante el tiempo que estuvo en RBA defendió a capa y espada los postulados federalistas desde las páginas del diario AVUI hasta que un día del 2010 se reunió en secreto con Artur Mas y la oferta de repetir como consejero de cultura independiente le hizo ver claro su error. Y es que en política, como en la selva, solo sobrevive el que se adapta.

A Ferran Mascarell siempre se le ha vinculado con el círculo más catalanista y divino del PSC. Como los hermanos Maragall, él también rompió el carnet socialista decepcionado con el giro hacia postulados más centralistas que el partido hizo de la mano de Miquel Iceta. La gauche divine socialista perdió definitivamente la guerra que mantenía des de hacía años con los hombres de Montilla por controlar el partido y las dos almas del PSC se convirtieron en una y trina. Una arriesgada apuesta que con el paso del tiempo ha demostrado ser la correcta. Solo hay que ver las alegrías electorales que acumula el socialismo catalán, más amenazado que nunca por el avance de Ciudadanos. En el bando perdedor solo Ferran Mascarell y Ernest Maragall siguen empeñados en continuar en la política a pesar de oler a naftalina.

Mientras Mascarell deshoja la margarita y mira de reojo al resto de aspirantes, la hAda Colau continua con su intenso trabajo de promoción de lunes a domingo. De estar prácticamente desaparecida y dejar la responsabilidad institucional en manos de Gerardo Pisarello, la alcaldesa ha pasado a hacer más horas que un reloj y a remover todas las salsas con su varita mágica. Todavía queda un año para las elecciones, pero los comunes saben que el tiempo es relativo y que si se duerme en los laureles, están perdidos. Por eso han puesto la directa y no hay fin de semana que no organicen una inauguración o una fiesta en los barrios que les dieron la victoria hace tres años. La falta de una alternativa ganadora juga en su favor, pero hacen bien en desconfiar.

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