¿Por qué son tan preocupantes los síntomas de ‘madriditis’ de Laporta?

Bluesky
Joan Laporta - Foto: FC Barcelona

Desde que Florentino Pérez resucitó mediáticamente el caso Negreira en la asamblea de socios y replicó un discurso parecido en la comida de Navidad con la prensa, Joan Laporta ha sido quien, en realidad, lo ha exagerado de forma exponencial hasta situarlo en el primer plano de la actualidad. Tanto, que el propio presidente azulgrana se ha obsesionado con el tema, se ha vuelto monologuista, recurrente y hasta aburrido, creyendo -se supone- que ese discurso lo proyecta de cara a los socios como un héroe y como el barcelonista audaz y valiente que se enfrenta al poder de Florentino.

En realidad, sin embargo, más allá del blablablá que seduce tanto a la prensa facilona y boba, Laporta ni se ha ido de la Superliga, porque la broma le costaría al Barça 300 millones que cobraría el Madrid, ni ha dado tampoco ese paso de volver a la EFC (antes ECA), como ha verbalizado y fantasmeado. Ni lo hará por la misma razón.

Esa desaforada reacción al salvavidas social de Florentino empieza a sonar, por parte de Laporta, a una cierta madriditis cada vez más aguda con un exaltado y hasta descontrolado discurso en las formas y en el fondo, como en la cena del jueves con los empleados.

Es como si no tuviera otra cosa de la que presumir -explicación plausible- más allá de que el equipo le sostiene la desastrosa gestión económica, financiera, social, patrimonial y estructural del FC Barcelona, y se ha convertido en su única y fiable carta electoral, cabe recordar que en un porcentaje elevado sustentada por la herencia de la Masia de Josep Maria Bartomeu.

Y es que, si se analiza el caos interno de puro camarote, el totalitarismo contra los propios socios, la deuda impagable, los gastos ingentes e inexplicables, las pérdidas superiores a los 100 millones o el hecho de que Goldman Sachs ya haya intervenido la tesorería de Laporta y congelado ingresos, al presidente no le quedan otros argumentos que el populismo y que Lamine Yamal no se resfríe.

Responderle a Florentino cada día como lo está haciendo de forma desmedida y a veces en un tono de más desesperación que de convencimiento no es un filón propagandístico, es una mala señal, no sólo de principio de madriditis. Es que algo gordo se cuece y preocupa a Laporta, como si estuviera poniendo la venda antes de la herida porque su instinto le dice que se le viene encima otra hecatombe de las suyas. O sea, que el fruto de su calamitosa gobernanza le acecha y percibe tanto su magnitud como su proximidad. Preocupante.

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