Un informe reciente del diario de The Guardian ha establecido un ranking sobre las deudas financieras de los principales clubs de fútbol europeos, situando a FC Barcelona como líder indiscutible, seguido de Tottenham Hotspur en un marco destacable de la magnitud y los riesgos de la deuda en el sector, especialmente en contextos de grandes inversiones en infraestructuras y salarios elevados. The Guardian concluye que la deuda azulgrana es de 1.920 millones como resultado de años de gasto descontrolado, altos salarios y la reforma del Camp Nou, mientras que el Tottenham Hotspur ocupa el segundo puesto con unos 1.360 millones, principalmente vinculados a la financiación y gastos de su nuevo estadio inaugurado en 2019. Otros grandes clubes mencionados en el informe y por agencias como Reuters incluyen Everton, Manchester United, Inter de Milán, Chelsea y Juventus, todos con pasivos significativos por salarios, fichajes y dependencia de ingresos televisivos repartidos de forma desigual.
El FC Barcelona es, no obstante, el club más controlado por LaLiga y por la UEFA a causa de su denunciada negligencia y torpeza a la hora de inventarse recursos imaginarios y poner en riesgo la estabilidad de la institución vendiendo anticipadamente y para muchos años, patrimonio y activos.
Como consecuencia de este desmadre causado por las improvisadas y desesperadas decisiones de Joan Laporta, LaLiga le mantiene excedido en 118 millones el margan salarial y la UEFA, además de haberlo multado con 15 millones por su sistemático desacato a las normas del fair play, amenaza con una sanción de 45 millones más si no corrige esa tendencia de gastar por encima de sus posibilidades reales.
En el contexto de esta súper deuda, la situación económica de muchos clubes europeos revela tensiones entre la modernización y la sostenibilidad financiera, con economistas advirtiendo que si no logran cuadrar cuentas, podrían verse obligados a vender jugadores, aumentar precios o recurrir a capital externo como solución. Sugiere The Guardian que, por países, España, Inglaterra e Italia amenazan la estabilidad del fútbol europeo a medio plazo, afectando tanto la competitividad como la gestión institucional y describe la situación actual como “una montaña de deudas” para Barça y Tottenham, evidenciando la presión de la inversión en infraestructuras deportivas y grandes plantillas.
Significativo que The Guardian subraye también el peso de la masa salarial azulgrana a pesar de que solo compromete el 55,5 por ciento de los costes totales. El problema específico de Laporta, que apenas puede fichar, o mejor dicho, inscribir jugadores si no es con trampas y trucos que empeoran el panorama, es que sus gastos no deportivos han alcanzado una magnitud colosal, exagerada e inexplicable cuando aún no ha empezado a devolver ni los intereses ni el capital del préstamo de la reforma del Spotify.
Aunque The Guardian cifra en 1.920 millones la deuda financiera total del FC Barcelona, según las cuentas oficiales del ejercicio 2024-25 asciende a aproximadamente 2.080 mil millones. Este importe incluye: ‘deuda a largo plazo’: 1.430 millones, formada por obligaciones y otros valores negociables (cerca de 500 millones), deudas con entidades deportivas (aproximadamente 18,5 millones) y otros pasivos financieros (casi 909 millones). También la ‘deuda a corto plazo’: 654 millones, que incluyen obligaciones negociables, deuda con entidades de crédito y deudas con entidades deportivas, entre otros.
La pequeña diferencia entre la magnitud de la deuda total financiera que aparece en las cuentas del FC Barcelona y la reportada por The Guardian se debe, posiblemente, a diferencias de criterio en el concepto exacto de deuda considerada o actualizaciones recientes en la gestión financiera del club.
En una proyección porcentual, la deuda a largo plazo (1.429 millones) representa aproximadamente el 68.5% del total, distribuyéndose así: las obligaciones y valores negociables (499.6 millones), el 23.9%, las deudas con personal deportivo (19.9 millones), apenas el 0.95%, y ‘otros pasivos financieros’ (909,8 millones), el 43,7%.
La deuda a corto plazo (654 millones) representa aproximadamente el resto, el 31.5% del total repartido entre obligaciones y valores negociables (31.5 millones), el 1.5%, las deudas con entidades de crédito (11.7 millones), el 0.56%, otros pasivos financieros (474.8 millones), el 22.7% y las deudas con personal deportivo (136.3 millones), el 6.54%.
El diagnóstico financiero, en efecto, apunta a una situación de alto apalancamiento, o sea que se endeuda para gastar por encima de sus posibilidades, y de concentración en deuda a largo plazo de aproximadamente dos tercios del total, con una gran parte en «otros pasivos financieros» relacionados con la financiación del Espai Barça, que no tiene impacto directo más allá de los flujos del estadio.
Deuda en aumento
A Laporta no le queda otra alternativa que encontrar otras fuentes de financiación, algo difícil por al agotamiento de las vías de negocio, activos o bienes patrimoniales susceptibles de ser vendidos -para siempre-, renegociar condiciones para alargar vencimientos y disminuir la carga financiera. Está claro, además, que con la deuda a corto plazo elevada, lo que representa un riesgo para la liquidez y la necesidad de aplicar un control muy estricto de la tesorería, el club esta igual o peor que cuando asumió la presidencia en 2021.
Hace cuatro años no existía la deuda añadida por las obras de la reforma del estadio, que no aparece enteramente en el balance porque Laporta ha excluido el ‘Fondo de Titulización Espai Barça’ del perímetro de consolidación a partir del ejercicio 2023-24, debido a la ausencia de control por parte del Barça y a que los riesgos y beneficios los asumen los tenedores de bonos. Por tanto, esa exclusión ha reducido activos y pasivos consolidados en unos 629 millones de euros al 30 de junio de 2024.
De esta forma, aunque el ‘Fondo’ está fuera de consolidación, el Barça mantiene una deuda financiera a largo plazo con dicho fondo por importe de aproximadamente 891 millones de euros al 30 de junio de 2025 y además una deuda por intereses a corto plazo por unos 16 millones. El total se corresponde con la cantidad del préstamo utilizada hasta ahora para el avance de las obras, con ese límite de 1.500 millones autorizado por la asamblea.
En realidad, se calcula que la devolución del capital más los intereses ascenderá a casi 3.000 millones que, por ahora, no computan en el balance porque se contabiliza a «coste amortizado» y eso significa que la deuda del Espai Barça no se registra simplemente por el total del dinero que se debe ahora, sino que se va ajustando en el tiempo teniendo en cuenta los pagos realizados y los intereses generados.
El equilibrio entre los compromisos adquiridos por el Barça con los inversores, de momento de pago de 700 millones sólo de intereses hasta 2032 antes de empezar a devolver el principal del préstamo, depende de que la explotación del estadio devengue los ingresos previstos, de los cuales los 100 millones primeros son para el Barça, los 75 millones siguientes para Goldamn Sachs y el resto, como ahora sucede, los inversores los pueden congelar a modo de garantía si estiman que el Barça no cumple con las previsiones. De ahí la prisa de Laporta para que el Spotify arranque de una vez y al ciento por ciento. Esta temporada, la primera contemplada para que los ingresos potenciales cubran los 100 millones en intereses, avanza con un importante déficit con relación a los parámetros acordados. La deuda, por tanto, tenderá a aumentar.











