¿Por qué Ricard Font ha tenido su minuto de gloria azulgrana?

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Ricard Font, presentant la plataforma Suma Barça - Foto: Suma Barça

El aparato digital laportista se ha puesto diligentemente en marcha para afear la anexión de Suma Barça a la iniciativa El Barça que Volem del próximo día 17 a modo de llamamiento a la unidad electoral contra la actual directiva. Un movimiento que, a nadie se le escapa, dirige y orquesta Víctor Font, de Sí al Futur.

Para erosionar la imagen y la presunta identidad e integridad barcelonista de Suma Barça, la campaña del régimen en las redes se ha dirigido contra su primer representante, Ricard Font, actual gerente del Ayuntamiento de Barcelona de Movilidad, Infraestructuras y Obras. Y es en virtud de ese cargo que el laportismo lo ha masacrado de la forma más cruel e insultante posible, culpándolo directamente del retraso, siempre según la interpretación oficialista desde la junta, en la concesión definitiva de la primera ocupación del Spotify.

Puede que a Font ese protagonismo -aunque sea para criticarlo- hasta le haya proporcionado la única sensación satisfactoria desde que puso en marcha su colectivo, en el que también figuran ilustres perezosos de la ciudad como Beto Agustí.

La verdad es que Ricard Font era y sigue siendo, más allá de la eficiencia de sus contactos mediáticos y de cierto renombre de su época al frente de Ferrocarrils de la Generalitat, el típico advenedizo y oportunista en el ámbito del barcelonismo, donde empezó intentando arrancar y popularizar Suma Barça para acabar, como esa su única intención desde el principio, refugiado en la precandidatura de Víctor Font, con suerte como aspirante a vocal.

En cuanto a sus funciones como gerente del Ayuntamiento de Barcelona de Movilidad, Infraestructuras y Obras, probablemente sea el cargo municipal que menos relación tiene -ninguna, para ser exactos, según el propio alcalde de Barcelona, Jaume Collboni- con los procesos de licencias y permisos municipales pendientes de otorgamiento al FC Barcelona. En primer lugar, y de manera destacada, porque la obra del Spotify es privada y no pública ni dependiente ni promovida ni tutelada por el Ayuntamiento de Barcelona, y, por tanto, ajena al área de Ricard Font.

Otra cosa es que por culpa de la estrategia laportista de taparle a Limak sus errores y retrasos, única culpable de la demora en el ritmo de las obras, y de desviar toda la presión sobre los técnicos municipales, al aparato del club le haya convenido ahora enzarzarse en criminalizar a un técnico municipal que, si se ha convertido en un blanco fácil, es porque ha intentado escalar en la oposición barcelonista.

Puede que esta ofensiva contra Ricard Font, que trata desesperadamente de borrar como sea sus planes de llegar muy alto en el antiguo aparato convergente, sea el preámbulo de un nuevo retraso de Limak de cara a la previsión de reabrir finalmente el estadio para un partido a final de este mes. De producirse otro retraso, el laportismo necesita echarle la culpa a alguien. Y Ricard Font, encantado de ser noticia.

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