Críticas y resignación europea por el pacto de los aranceles

Von der Leyen defiende el pacto como un mal menor, pero varios líderes europeos denuncian sumisión ante Washington

Bluesky
Ursula Von der Leyen i Donald Trump

El acuerdo arancelario firmado entre la Unión Europea y los Estados Unidos ha encendido una avalancha de reacciones contrapuestas entre los líderes europeos. El pacto, que fija un arancel genérico del 15 % para las exportaciones europeas y evita que la UE imponga tarifas a los productos norteamericanos, ha sido leído por algunos como una rendición en toda regla y, para otros, como una salida pragmática ante un escenario comercial cada vez más tenso.

El acuerdo entrará en vigor el 1 de agosto y llega después de meses de negociaciones marcadas por la sombra de Donald Trump y sus amenazas de guerra comercial.

Pedro Sánchez, en una declaración ambigua, ha expresado un apoyo formal, pero sin entusiasmo al acuerdo, dejando claro que confía en la capacidad negociadora de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pero no esconde su escepticismo.

Más duro ha sido François Bayrou, que ha calificado el pacto de día oscuro para Europa y una muestra de sumisión a intereses externos.

Viktor Orbán, por su parte, no se ha mordido la lengua y ha afirmado que Trump «se ha comido von der Leyen para desayunar», definiéndola como un «peso pluma» en esta confrontación comercial.

Otros líderes como Giorgia Meloni han optado por una postura más prudente, evitando valorar el acuerdo hasta conocer todos los detalles, mientras que el canciller alemán Friedrich Merz lo ha defendido como un respiro para la industria automovilística, que pasará de pagar un arancel del 27,5 % a uno del 15 %.

Desde el norte de Europa, voces como las de Dinamarca o Suecia se han referido a ellas en términos prácticos: no es lo ideal, pero es mejor que una escalada de tensiones con Washington.

Illa apuesta por la diversificación

Por ahora, los Estados Unidos son el sexto socio comercial de Cataluña, el principal de fuera de la Unión Europea. En ella exportan más de 3.100 empresas catalanas, por valor de 4.351 millones de euros, en sectores como la química, la maquinaria o la agroalimentación.

Las ventas a Estados Unidos representan un 4,3% del total de exportaciones catalanas, por lo tanto, el impacto del acuerdo arancelario será relativo. En paralelo, Cataluña compra productos estadounidenses por un valor más alto, 5.757 millones de euros, básicamente petróleo y gas natural licuado, por valor de más de 2.000 millones de euros. También productos farmacéuticos, con más de 1.000 millones de euros, químicos, o bien aparatos de óptica, médicos y quirúrgicos. Es un 5,3% del total de las importaciones.

De las consecuencias en Cataluña de este acuerdo arancelario ha hablado, en China, el presidente de la Generalitat, Salvador Illa: «El mensaje es que hay que diversificarnos y es lo que estamos haciendo».

Los más perjudicados

Los sectores más críticos con el acuerdo son los que salen claramente perjudicados. La patronal europea del acero lamenta que, mientras otros sectores ven aliviadas las tarifas, el acero sigue soportando un arancel del 50 % en EEUU. Consideran que el pacto ha sido una oportunidad perdida y alertan de un impacto «dramático» sobre la competitividad del sector europeo.

También el aceite de oliva recibe un golpe duro: Asoliva, la patronal española del sector, considera que la no inclusión del aceite en las ventajas arancelarias distorsiona el mercado y perjudica gravemente a las empresas catalanas y españolas que dependen de este canal de venta.

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