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España, susto o muerte

Luis Caldeiro

Periodista. (luis.caldeiro@periodistes.org)
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Borges consideraba la teología como una rama de la literatura fantástica. Quién diría que la política española llegaría a ser, por méritos propios, uno de sus variantes más fértiles. Tras las últimas elecciones generales, en 2023, un exultante Carles Puigdemont, sabedor de que sus siete diputados serían claves para investir a Pedro Sánchez, dejó esta frase para la historia, digna de su catadura moral: “vamos a hacerles orinar sangre”. Dos años más tarde, nadie podía sospechar que serían miembros del propio PSOE, y de la máxima confianza del presidente (¡nada menos que su núcleo duro: dos secretarios de Organización y un asesor todopoderoso!) quienes llevarían al paroxismo esta imagen, tan sórdida como desagradable.

Susana Alonso

Porque tras los primeros audios de Koldo García aparecerán más grabaciones, nuevos informes de la UCO, una instrucción judicial. Un auténtico calvario donde se seguirá filtrando más información, dosificada de manera letal, en un crescendo angustioso. De momento, Santos Cerdán ha entrado ya en prisión (provisional), abrasando así políticamente al presidente del gobierno, dados los estrechos lazos personales que mantenían y el inmenso poder que le otorgó Pedro Sánchez.

El PSOE está desnortado. Por un lado, no puede armar una estrategia inequívoca porque sencillamente no sabe qué nuevas ignominias traerá el día de mañana, cuál será el próximo giro de los acontecimientos. Pero por otro, el encarcelamiento de Cerdán exige a Pedro Sánchez actuar de manera inequívoca ya, y no de forma meramente quirúrgica, cosmética. O, como expresaba gráficamente el periodista José Enrique Monrosi: “Hay que darle al partido la vuelta como un calcetín”. Mientras tanto, un clima de ansiedad y sospecha se ha apoderado de la organización.

Luego está el inmenso daño que el caso está provocando, no sólo a los militantes y votantes socialistas, sino a la causa de la izquierda en general. Quienes se declaran progresistas, sean o no del PSOE, han (hemos) pasado del estupor inicial a una mezcla de cabreo y depresión. “Los responsables son traidores de clase, porque han defraudado a los sectores que prometieron defender, es decir, a los más vulnerables”, declara Monrosi. De celebrarse las elecciones hoy, no cabe duda de que ganaría el PP, con un notable ascenso de Vox. Esto es, un gobierno cavernario y antisocial que sería la consecuencia directa del descrédito provocado por este asunto.

Por si fuera poco,  el escándalo cae en pleno junio, mes fatídico en que la ciudadanía encara la recta final de la campaña de la declaración de Renta. Es decir, que mientras autónomos o empleados, funcionarios o eventuales, jubilados o activos, se ven obligados a retratarse ante el Estado y rascarse sus (magros) bolsillos, a la vez tienen que escuchar cómo algunos de sus políticos se reparten sobornos y prostitutas. El efecto sobre la psique colectiva, en forma de rabia y desafección, es devastador.

¿Y Pedro Sánchez? La derecha política y mediática está insinuando (cuando no afirmando ya) que es el capo de la trama, aunque no haya indicios de ello. En todo caso, un presidente de gobierno podrá desconocer lo que hace el último de sus concejales pero… ¿lo que hacen sus colaboradores más íntimos? ¿Y además dos veces? Porque no han sido uno, sino dos los secretarios de Organización  implicados. El factor reiterativo, con su continuidad en el tiempo, juegan contra él. Un patrón que se ha vuelto a repetir con Paco Salazar, miembro también de su núcleo duro y que iba a ser nombrado adjunto a la nueva secretaria de Organización… hasta que (nuevamente) J.E. Monrosi publicó una noticia desvelando un (presunto) comportamiento de acoso sexual de Salazar hacia sus subordinadas. La responsabilidad política  in vigilando, es decir, la negligencia en el control de los propios subordinados, parece, por tanto, evidente. Dicho esto, la clave estará en dilucidar si tal negligencia fue motivada por mero desconocimiento (malo) o por una suerte de laissez-faire, laissez passer (peor).

En definitiva, España se encuentra hoy atrapada por una pinza endiablada: por un lado, si no hay moción de censura, ni cuestión de confianza, ni tampoco nuevas elecciones, sólo quedará un gobierno agonizante, que irá implosionando en diferido. Pero por otro, la alternativa resulta espeluznante: un ejecutivo conservador con un partido ultraderechista al alza, marcándole el paso. Un partido -Vox- que igual que pide la ilegalización del PNV, justifica el franquismo o niega el cambio climático y la violencia de género.

España, susto o muerte.

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