En medio del desastre absoluto de la gestión de la junta de Joan Laporta (que tiene colgado el fichaje de Nico Williams -porque el delantero, por segundo año consecutivo, no se fía de que pueda inscribirlo-, que juega al despiste con el Ayuntamiento sobre cuándo se podrá reabrir el Spotify, mintiendo a los socios de forma crónica y descarada, que los engaña también sobre el fair play financiero, y que, entre otros misterios y pufos, nadie sabe si la manipulada venta de los asientos VIP la ha validado el auditor), la web oficial pública que «el FC Barcelona es la primera organización deportiva en obtener las máximas garantías posibles en materia de ética y de compliance, según las certificaciones ISO 37301 y UNE 19601 que acreditan su compromiso con la implementación de una cultura ética y de control en la gestión». Ciertamente, resulta estremecedor, al mismo tiempo cómico y una burla, imaginar que a la gestión de Laporta se le ha concedido un reconocimiento oficial y acreditado relacionado con la ética y el trabajo de compliance.
Ni como broma tiene gracia. Solo hay que fijarse en los rostros jocosos, tipo guasa, del presidente Laporta y de su vicepresidenta, Elena Fort, en la imagen que acompaña la noticia en el canal oficial del club para adivinar a ambos se les escapa la risa.
AENOR, la agencia que ha suscrito los comunicados, sabrá a qué criterios y controles responde esta sorprendente validación de las conductas internas de una directiva -que es a quién, en definitiva, se le otorga esta tan cuestionable distinción- a la que dos auditores y un tercero en camino ya han abandonado en apenas cuatro años porque, desde la llegada de Laporta, no existe el menor rastro de transparencia, rigor ni sentido de la ética empezando por el nepotismo y el amiguismo, santo y seña de su administración.
Por no hablar, directamente, de la toma de posesión con avales ilegales cuyos gastos de mantenimiento se financiaron con dinero de personas y sociedades que luego se han cobrado ese favor.
«El Futbol Club Barcelona anuncia que ha logrado garantizar sus procesos de compliance mediante la obtención de las certificaciones ISO 37301:2021 y UNE 19601:2017 por parte de la Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR). De esta forma, el Club se convierte en la primera organización deportiva del Estado, incluyendo entes federativos y reguladores, en alcanzar los máximos niveles en materia de compliance, lo que verifica el compromiso del FC Barcelona con la implementación de una cultura ética y responsable dentro de su modelo de gobernanza, en línea con el Código Ético del Club», aparece en la web.
La norma ISO 37301:2021 certifica teóricamente el cumplimiento normativo que ofrece a las entidades con las que colabora un marco y unas directrices para establecer, implementar, evaluar, mantener y mejorar los sistemas de gestión, garantizando su correcto cumplimiento tanto a nivel local como internacional. En cuanto a la UNE 19601:2017 de Compliance Penal, garantiza que el Club dispone de un sistema integral de gestión de compliance sólido y eficaz para prevenir y gestionar riesgos penales, de blanqueo de capitales y de protección a la infancia, ajustándose a los estándares legales más exigentes.
Si a nivel económico y financiero Laporta hace lo que le da la gana, sabiendo de antemano que tanto el compliance, Sergi Atienza, socio, amiguete y paniaguado del presidente en diferentes fases de su relación, como la comisión económica estratègica, la comisión de disciplina y la comisión de ètica y transparencia se han convertido en órganos genuflexos a su servicio, por lo que se refiere al ordenamiento de los derechos de los socios, el desacato, el abuso y la tiranía son de república bananera por todos conocida.
Si hay un ejemplo paradigmático de quién manda por encima de todo y de todos, ese es la adjudicación de las obras de reforma del Spotify a Limak. Laporta es la única ley en el Barça, como también lo demuestra el hecho de haberse saltado la aprobación en la asamblea de un crédito de 1.500 millones para todo el Espai Barça y dejar fuera el nuevo Palau, el resto de los equipamientos y la urbanización final.
Que venga a AENOR con un documento a intentar blanquear el vandalismo laportista y su dictadura más bien desacredita al expedidor de un certificado que, en una parte, se asienta, según la web, en un «sistema de Protección de la Infancia, una iniciativa pionera del Club lanzada en 2022 que crea un marco de protección directa o indirectamente para cerca de 200.000 niños, niñas y jóvenes vinculados a diferentes áreas de actuación del Club (La Masia, Barça Academy, deportes amateurs) y de la Fundació». Una iniciativa que ya regía en antes de su presidencia en la Masía y que Laporta vulneró, por cierto, contratando a un técnico que anteriormente había sido separado del club por sospechas de pederastia que, estando de regreso al club con Laporta, fueron confirmadas por decenas de menores en denuncias ante el juzgado. Laporta zanjó la situación pagándole el contrato entero para que se fuera.
Luego, claro está, intentó darle la vuelta con otro plan, como siempre más mediático que otra cosa, para aparentar, igual que ahora con este doblete de certificados cuyo verdadero alcance y finalidad han sido convenientemente afinados, que el Barça de Laporta es y era el más riguroso en los controles de ética y de protección del patrimonio, de los activos y de los derechos de los socios. Chistoso.











