Cuando Trump se cree Cooper

Bluesky

Ronald Trump se cree Gary Cooper interpretando al sheriff Will Kane del memorable western Sol ante el peligro (High Noon). Salvo sus lameculos de cabecera, que están por lo que están, a Trump le pasa como a Cooper, que lo dejan solo ante el peligro. A pesar de la soledad, el presidente norteamericano ha cargado su revólver con balas arancelarias y ha empezado a disparar al tuntún contra todo lo que se mueve, como lo haría un mono con un par de pistolas. Me recuerda también al conductor borracho del chiste que circula en dirección contraria por una carretera muy concurrida y de repente escucha por la radio: «—… Se advierte a los conductores que van por la autopista que hay un conductor circulando en dirección contraria», y el borracho dice: «¿Solo uno?». Pues Trump es aquel borracho que circula por la autopista del mundo contra dirección, pensándose que son todos los demás los que van al revés.

El egoísmo político de Trump no lo hará seguramente pasar a la historia de los líderes mundiales como a un estadista; tal como pintan las cosas, quizá ni siquiera lo hará como a un patriota. De momento, los primeros en pagar las consecuencias de la guerra comercial que Trump ha declarado al mundo son los suyos, los norteamericanos. No pocos de sus votantes se arrepienten de haberlo votado; tarde… forastero. Los demás, menos, los que no le votaron, se afianzan en el yo ya lo decía. La recesión global saca la nariz. No obstante, otros se muestran convencidos de que todavía puede salirse airoso. De momento, unos y otros se abrochan los cinturones, se adivinan turbulencias.

En el entretanto, la inmoderación de Trump ha cogido Europa con el paso cambiado; el Viejo Continente siempre ha tenido problemas de movilidad. En cualquier caso, la legión de humanos, que acostumbra a ver el vaso medio lleno, entiende la desmesura del presidente naranja como una oportunidad para ordenar Europa. Todavía le tendremos que otorgar a Trump el premio Carlomango —la máxima distinción europea—, porque sus provocaciones quizás ayuden a los europeos a hacer los deberes y a no aplazar para mañana lo que se puede hacer hoy.

Por encima de cabeza de chorlito, Trump es testarudo y, a pesar del hundimiento bursátil y que todo el mundo piense lo contrario de lo que él defiende, el individuo, a pesar de la tregua de 90 días que se ha sacado de la chistera en el último instante, no dará el brazo a torcer. Como el sheriff solitario de Cooper, antes de rectificar, dirá: «Si huimos ahora, tendremos que estar huyendo toda la vida», y continuará disparando balas de aranceles y otras municiones a discreción. Ante el precipicio, desengañémonos, Trump es de esos tipos que, invariablemente, elegirá siempre dar un paso adelante.

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