Poco importa, realmente, si Messi acaba teniendo más o menos protagonismo en los fastos del 125º aniversario del FC Barcelona, ese evento que iba a arrancar con el rimbombante acto de reapertura del Spotify el próximo 29 de noviembre y que acabará sumándose a la larga lista de incumplimiento y embustes de Joan Laporta a lo largo de su segundo mandato. Sobre Leo, esta ausencia que ya se adivina en el primer vídeo de promoción de los actos, en el que aparecen Bojan, Rijkaard, Bakero, el gol de Koeman, Alexia, Audie Norris, Pep Guardiola, Iniesta, Laporta, Lamine Yamal y dos veces David Carabén, el comisionado de la fiesta, por ninguna Messi, los juegos de manos de Laporta con Leo ya son, por desgracia, acumulativos.
Laporta lo echó traicioneramente el 5 de agosto de 2021 en la primera gran decisión tras su regreso al palco y, a los dos años, abusando de la buena fe del delantero argentino, de su pasión por el Barça y de las ganas locas de volver a su casa de Castelldefels con su familia, estuvo jugando con sus sentimientos y con su futuro durante todo un verano. El presidente nunca le puso delante y por escrito una oferta real y seria de vuelta a su casa, como era el deseo del crack y la aparente voluntad de Laporta, que estuvo utilizando Xavi durante meses como interlocutor con Leo para conservar viva esa posibilidad tras ganar la Liga y mantener a la prensa ocupada a lo largo del mercado. Lamentablemente, Laporta era consciente de que no tenía, ni iba a disponer en ninguno de los escenarios posibles, de margen salarial suficiente para recuperar a Leo.
Todo era, de nuevo, un montaje propagandístico desde la presidencia para enviar al mundo un mensaje falso de capacidad financiera y de recursos para tapar la precariedad real que ese verano redujo los fichajes del Barça a la compra de Oriol Romeu por 4 millones al Girona y la inscripción de la totalidad de la plantilla mediante un aval de más de 10 millones, aportado por la directiva y exigido por LaLiga contra el bloqueo de su margen salarial por culpa de la morosidad mórbida derivada de la operación de Barça Studios.
El argentino solo le pidió una cosa, la certeza de que el Barça iba a poder inscribirlo, nada más que eso, en el momento en que Leo tuviera que elegir colegio para sus hijos. Ante las largas y las mentiras concatenadas de Laporta, y tras la consulta que el propio padre de Messi realizó a LaLiga, Messi no tuvo otra salida que renunciar a ese sueño de volver y aceptar la oferta del Inter de Miami para jugar en la MLS, competición en la que ya ha ganado un título, ha conquistado la liga regular y ha provocado un incremento de 200 millones netos en el presupuesto del Inter de Miami.
Las explicaciones que dio fueron lo bastante explícitas y muy concretas: «Tenía muchas ganas, mucha ilusión de poder volver, pero después de haber vivido lo que viví y la salida que tuve, no quería volver a estar otra vez en la misma situación: esperar a ver qué iba a pasar y dejar mi futuro en manos de otro. Escuché que tenían que vender jugadores o bajar sueldos a jugadores y la verdad es que yo no quería pasar por eso, ni hacerme cargo de obtener algo que tuviera que ver con todo eso. Tomé la decisión de que voy a ir a Miami. Si no salía lo del Barcelona, quería irme de Europa, salir del foco y pensar más en mi familia».
Laporta, siempre soberbio y cobarde, le respondió con otra calumniosa reflexión: «Entiendo y respeto la decisión tomada por Messi de querer competir en un campeonato con menos exigencias y más alejado del foco y la presión a la que ha estado sometido en los últimos años». No pudo insultar con más mala leche a un futbolista que venía de ganar un Mundial, la Copa América y otro Balón de Oro.
Normal, pues, que cuando alguien de la junta le ha pedido grabar un vídeo para el 125º aniversario, principalmente destinado a mayor gloria y pompa del presidente y no del club ni de su gente, Leo haya preferido no participar. En su lugar, esta semana pasada no dudó en afirmar que “soy argentino y catalán. Son mis dos casas. Es donde soy feliz”, en una declaración aislada del contexto de la entrevista y sin venir a cuento. Solo quería seguir conectado a su extraordinario pasado azulgrana, inigualable, y los barcelonistas, siendo consciente de que Laporta pretende borrarlo de la celebración institucional que arranca en apenas unas semanas.
El vídeo en cuestión en el que sobre todo se echa en falta a Leo contiene un avance, a modo promocional, de una pieza mayor en la que los Bojan, Rijkaard, Bakero, Koeman, Alexia, Audie Norris, Pep Guardiola, Iniesta, Laporta y Lamine Yamal aparecen aportando su imagen y significado barcelonismo a la efeméride que supone alcanzar los 125 años de vida.
Tampoco Johan Cruyff es un protagonista destacado en el vídeo que, por cierto, ha realizado una productora externa para mayor vergüenza y ridículo de una junta directiva que sigue apostando por Barça Vision y su filial Barça One como herramienta clave en el ámbito audiovisual y en el desarrollo, a la larga, de un área de negocio que ha de generar millones de beneficios. A corto plazo, sin embargo, darle a ganar dinero y notoriedad a la competencia no parece la mejor forma de defender, como ha asegurado la propia directiva contra el criterio del auditor, su valor en libros de 208 millones.
Por las trazas y por las señales que avisan sobre los cauces por los que discurrirá este 125º aniversario, Laporta se reserva para más adelante, cuando se den las circunstancias favorables y beneficie a sus intereses, la participación de los socios en algún acto multitudinario y rutilante, lo más probable, aprovechando que en algún momento de este año pueda utilizarse el Spotify con un aforo de 60.000 localidades. De momento, lo que haya de pasar será sin la presencia de Leo Messi en ningún formato y, de momento, limitada la celebración a las elites del barcelonismo, autoridades, miembros de la alta sociedad civil catalana y aquellos barcelonistas elegidos a voluntad del presidente.
El peligro es que, arrastrado por esa megalomanía creciente de su figura, Joan Laporta haga orbitar la escenografía de este 125º aniversario en un plano demasiado cerrado al ámbito institucional y estrechamente vinculado a su obra directiva. La historia del último cuarto de siglo azulgrana, se quiera o no, está marcada a fuego por la coronación del Barça de Leo Messi como el mejor equipo de todos los tiempos, tanto por el peso de un futbolista con un palmarés, proyección y carisma inigualables como, precisamente, por su dependencia e integración en un fútbol con identidad propia y un sentido del juego único que ha convertido la Masía en la mejor escuela mundial. La nueva estrella forjada en Sant Joan Despí, Lamine Yamal, junto a otra generación de oro capaz de llegar también muy lejos y de marcar una época, confirma que el Barça del 125º ha alcanzado una nueva dimensión también como más que un club porque ha dejado de fichar a los grandes jugadores de todos tiempos, como Kubala, Cruyff y Maradona, para fabricarlos a la medida de su grandeza y, sobre todo, de un rendimiento al primer nivel a lo largo de toda su carrera. Eso, siempre y cuando, como hizo Laporta con Messi, no se le corten las alas antes de tiempo. Sin Leo, a este 125º aniversario siempre le faltará la esencia del Barça del siglo XXI.