Canta Joan Manuel Serrat en una de sus más celebradas canciones, Mediterráneo, sobre la muerte: Ay, si un día, para mi mal, viene a buscarme la parca / Empujad al mar mi barca con un levante otoñal / Y dejad que el temporal desguace sus alas blancas / Y a mí enterradme sin duelo entre la playa y el cielo / En la ladera de un monte, más alto que el Horizonte / Quiero tener buena vista / Mi cuerpo será camino / Le daré verde a los pinos y amarillo a la genista… La parca es la personificación de la muerte y una manera de referirse a ella sin citarla. Me ha hecho pensar en ello el expresidente de Uruguay José Mujica, en el que podría ser su último discurso. El político, que se está tratando de un cáncer, reapareció el otro día por sorpresa en un acto de campaña.
Sonó a despedida cuando Mujica dijo: “Soy un anciano que está muy cerca de emprender la retirada de donde no se vuelve, pero soy feliz porque están ustedes, porque cuando mis brazos se vayan habrá miles de brazos sustituyendo la lucha y toda mi vida dije que los mejores dirigentes son los que dejan una barra que los supera con ventaja”. “De donde no se vuelve…” es una manera elegante y clara de referirse a la muerte sin citarla. Mujica ha sido siempre eso: elegancia, claridad, coherencia, honestidad… Pocos como él y se está apagando.
“Es la primera vez en los últimos 40 años que no participo en una campaña electoral estando el resto y lo hago porque estoy peleando con la muerte, al final del partido, absolutamente convencido y consciente, pero tenía que venir hoy acá, por lo que simbolizan ustedes”, apuntó ya con mayor claridad.
Un político como Mujica es un bien escaso, que sale muy de tanto en tanto. A lo largo de sus casi 90 años de vida, el uruguayo nos deja un legado de reflexiones y ejemplos prácticos que haríamos bien en recordar y poner en valor. Conocido por su carisma y honestidad, a quien llaman todavía ahora «el presidente más pobre del mundo», ha dejado reflexiones como: «No soy pobre, soy sobrio, liviano de equipaje, vivir con lo justo para que las cosas no me roben la libertad».. O: «Lo imposible cuesta un poco más, y derrotados son solo aquellos que bajan los brazos y se entregan».