La gestoría de Illa

Bluesky

Decía Leonardo da Vinci que «el trabajo bien planeado es trabajo medio hecho». Así, parece que el presidente Salvador Illa tiene el trabajo medio hecho. Desde que fue elegido jefe del ejecutivo catalán ha planeado bastante, entre otros: la recuperación del plan de barrios, la construcción de infraestructuras para el abastecimiento de agua por la sequía, el impulso para la ampliación del aeropuerto de El Prat, la creación de un comité de expertos para reformar el sistema de salud, el incremento de 400 plazas del número de Mossos d’Esquadra o la construcción de 50.000 pisos públicos y 1.100 millones anuales en políticas de vivienda. Todavía es pronto para saber si las planificaciones irán a buen puerto, de momento solo son planificaciones.

Le acusaba hace unos días el expresidente Carles Puigdemont de convertir el Govern de la Generalitat «en una gestoría de encefalograma plano». Y seguramente lleva razón, Illa no es ese tipo de político elocuente, mesiánico y charlatán, capaz de vender arena en el desierto, como seguramente es el propio Puigdemont. El tono del socialista es más bien gris, pusilánime, poco dado a la épica a la que estábamos tan acostumbrados, y cansados. Ergo, acierta Puigdemont con la comparativa de la gestoría. Lo que quizás no acierta es en, si quería con el comentario, destacar un aspecto crítico del nuevo gobierno.

Cabría preguntarle a Puigdemont si los catalanes, que, recordémoslo, votaron más a Illa que a Puigdemont en las últimas elecciones catalanas, querían más un gestor que un político fabuloso -de fábula. Igual, después de comprar durante años un relato más homérico, legítimo, pero hasta ahora infructuoso, ahora les apetecía un período más de tocar con los pies en el suelo, y tratar de resolver temas más mundanos como la sequía, o la falta de una vivienda digna, o la salud, o la seguridad… Lo que en política vendría a ser alternancia.

En esta hipotética gestoría que sería el Govern de la Generalitat imaginado por Puigdemont, a veces apetece un buen gestor, falta saber si Illa lo será, como a veces puede convenir un buen comercial, que sería más el rol del expresidente. Otro expresidente, Artur Mas, a quien también acusaron de gestor cuando substituyó a Jordi Pujol, decía de Illa, tras visitarlo en Palau, que tiene el gen convergente, por el “talante que intenta ser positivo y constructivo”, y que en su Govern tuvo gente como él que venía del PSC. ¿En qué quedamos? ¿Gestor o convergente? De hecho, y bien mirado, deben ser compatibles las dos circunstancias… ¿O no?

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