La ANC: hacer el cafre o cuando la ‘rauxa’ es el vacío

Bluesky

Lo siento, no quería empezar insultando, porque sé que la palabra cafre tiene un significado peyorativo. Pero, mirad que intento entender algo, mirad que estoy predispuesto a ver algo positivo en todo lo que decís, en todo lo que proponéis. Y no, no encuentro absolutamente nada a lo que pueda engancharme, nada provechoso. Es como un vacío inapelable el que se ubica en vuestros cerebros, el que nace de vuestras declaraciones, el que finalmente se convierte en un arrebato cruel y despiadado.

Susana Alonso

Y lo siento, porque en un principio muy lejano, todo hay que decirlo, se reconocían personas comprometidas con su lengua, con su cultura, intentando atraer a gente diversa a una colectividad que sufre la globalización, que sufre también porque ve mermar el uso del catalán. Y, por supuesto, lo normal es movilizarse, hacer todo lo posible para alertar de una pérdida que va camino de ser irreversible, de un fracaso que yo considero que es de todos.

Pero no os veo con ganas de que esto se arregle con la ayuda de todos y de todas. Preferís poner palos a las ruedas, ignorar la diversidad lingüística de Cataluña, ignorar también a su gente para encerraros únicamente con la vuestra, criticando si alguien se atreve a utilizar el castellano cuando quiera, actuando de manera dictatorial y despreciativa. Y me doy cuenta de que os dan igual las reacciones que esto comporte. Habéis elegido un camino que no lleva a ninguna parte. Bueno, sí, sí tiene un destino concreto: el enfrentamiento, el malestar, la destrucción de todo lo logrado con el esfuerzo de tanta gente, la destrucción de la convivencia. Así seguís, no habéis cambiado. Ni una brizna de esperanza que suponga trabajar juntos con la gente que sufre, ningún tipo de empatía con esta Cataluña que desea que, de una vez por todas, haya acuerdos, acuerdos para revertir tanto robo, tanto saqueo por parte de una burguesía a la que pertenecéis gran parte de vosotros. Por eso calláis frente al fraude de los Pujol… Cómo os gustó repetir mil veces aquello de que España nos roba. Aún algunos lo creen.

Sé que lo veréis demagógico, incluso, repetitivo, ya que no es la primera vez que digo abiertamente que la ciudadanía no puede esperar más. Vosotros, en cambio, actuáis como cafres, como salvajes, pidiendo nuevas elecciones, que todo se vaya a la mierda, otra vez. Y así hasta que se cansen los que no son de los vuestros y podáis mandar.

¿Cuánta gente perderemos por el camino? ¿Os importa? ¿Cuánta gente quedará huérfana de subsidios para poder sobrevivir? ¿Cuánta pobreza infantil habrá cuando, por fin, alguien de los vuestros sea presidente? ¿Qué Cataluña habréis dejado gracias a vuestras manías, a vuestras mentes bárbaras y sádicas? ¿Exagero? ¿No es cierto que habéis abandonado todo atisbo de humanidad en favor de un ideal, en favor de una bandera? ¿De verdad que los ideales toman forma, se consiguen, maltratando a la gente del pueblo que supuestamente deseáis enaltecer?

¿No será más bien que anheláis instaurar un régimen no democrático? ¿No será que os molesta gente como yo, que lo único que quiero es lo mejor para mi país, a diferencia de vosotros que solo deseáis que todo se derrumbe para empezar de nuevo? ¿No es verdad que os enfurecen los consensos y que preferís el golpe sobre la mesa y acallar a los disidentes? ¿No es verdad que utilizáis el acoso y el derribo contra dirigentes políticos que quieren esos consensos por encima de utopías que nos llevan al desastre?  Esto tiene un nombre, simpatizantes de la ANC, y lo sabéis. ¿Tengo que recordaros que la famosa “Ley catalana de transitoriedad jurídica” preveía una “ley del poder judicial y de la administración de justicia” donde no había separación de poderes?

Un cafre es aquel que no quiere ni hablar, ni argumentar, ni escuchar a nadie. Un cafre es un individuo que desea el desastre total para intentar colocarse él como salvador de la patria. Un cafre es un sujeto que basa todos sus razonamientos en una idea salvaje de la sociedad, en la imposición de sus ideas, aunque estas acaben con algunos de sus planteamientos. Y esto también tiene un nombre: odio. Porque el odio hacia la gente de tu propia tierra, sea por motivos lingüísticos o sociales, genera más odio. Porque mirar hacia otro lado cuando hay problemas, también alimenta el odio. ¿Pero eso que les importa a los cafres? Ellos y ellas, desde sus tronos de soberbia, lo mirarán con deleite. ¿Salvador Illa? Ni pensarlo. Es necesario arrasarlo todo. Nuevas elecciones. El arrebato antes que la cordura. Cafres por encima de todo.

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