Los extremos se tocan o la teoría de la herradura

Sonrío cuando escucho que Carles Puigdemont se escandaliza y acusa a Pedro Sánchez de practicar “chantaje” al vincular una financiación singular para Catalunya a la presidencia de Salvador Illa. Se escandaliza él, que hace poco chantajeaba a Sánchez vinculando la ley de amnistía a la presidencia del gobierno español, y a menudo reclama la abstención del PSC en su investidura a cambio de dejar gobernar a Sánchez en Madrid. Bienvenidos a la política.

Sonrío cuando alguien revuelve y saca del sombrero de la hemeroteca -talón de Aquiles de los políticos- unas declaraciones en Catalunya Ràdio de Alícia Sánchez-Camacho, de cuando era presidenta del Partido Popular en Catalunya, hace 11 años, en las cuales defendía con avidez la financiación singular para Cataluña. Camacho hablaba entonces de oportunidad histórica y defendía que la reforma debía ser una prioridad para el gobierno de Mariano Rajoy. De hecho, varones del PP de entonces, como el actual líder del partido Alberto Núñez Feijóo, ya se mostraban en contra. Sin embargo, el programa electoral del PP catalán llevaba la propuesta en 2012.

Camacho anunciaba que estaba dispuesta, incluso, a romper la disciplina de voto: «Defenderé hasta el final este modelo de financiación singular, si mi partido no lo acepta, valoraré las consecuencias; para nosotros es una prioridad la mejora del modelo de financiación en Cataluña». Y cuando le preguntaban por el resto de comunidades autónomas y sus rechazos, añadía: «Que negocien defendiendo lo suyo, pero que no critiquen lo que pide Catalunya». Además, afirmaba que el dinero de los catalanes no debía servir para subvencionar al resto de comunidades: «Hay que garantizar que el dinero que Catalunya envía a las comunidades se destine a que crezcan, y no para dar subvenciones o regalar dinero».

Un argumentario, el de la Camacho, que sirve punto por punto a ERC para seguir reclamando la financiación singular. Como el argumentario de Puigdemont, que también sirve a Isabel Díaz Ayuso para rechazarla. Ayuso cree que una nueva financiación para los catalanes a cambio de votos sería una vergüenza, y Puigdemont lo considera un «chantaje escandaloso». No están tampoco tan lejos, ¿no?

El filósofo y escritor francés Jean-Pierre Faye lo resumía con la teoría de la herradura, que dice que cuanto más se alejen del centro dos posturas opuestas, paradójicamente, más cosas empezarán a tener en común. El símil se basa en la forma que tiene una herradura de caballo, creando una especie de óvalo inacabado en la parte inferior; si atribuimos a esta figura los posicionamientos políticos, podríamos situar al centro en la parte superior y la izquierda y la derecha a cada lado, respectivamente. El refranero popular lo sintetiza aún más cuando dice: Los extremos se tocan.

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