El juez Joaquín Aguirre ha vuelto a activar la “pista rusa” del procés independentista, que toca directamente a Carles Puigdemont y a su entorno más próximo. Es sabido que en la Unión Europea, las injerencias del Kremlin en los asuntos internos de los países comunitarios provocan muchos quebraderos de cabeza y un rechazo frontal. Por eso, la asociación que se hace entre el movimiento independentista catalán y las maniobras desestabilizadoras de Vladímir Putin resulta letal.
Esta semana pasada, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ha viajado a Bruselas, donde ha celebrado reuniones con cuatro comisarios europeos. Con esta visita, Pere Aragonès ha querido lanzar el mensaje de que los traumáticos acontecimientos del procés independentista de otoño de 2017 están totalmente superados y que la Generalitat ha optado por la vía de la plena “normalización” en su relación con las instituciones europeas.
Por su parte, la consejera de Exteriores, Meritxell Serret, ha soltado que las aventuras con los rusos eran cosa de JxCat y que, en ningún caso, el Gobierno de ERC se ha dejado seducir nunca por los cantos de sirena del Kremlin.
