El cierre del mercado de fichajes, al filo de la medianoche del viernes de la semana pasada, dejó para el análisis y la reflexión una situación delirante desde el punto de vista de la comunicación institucional que se produjo cuando un canal de Twitch pudo entrevistar en exclusiva al presidente Joan Laporta sobre sus sensaciones y algún detalle de las operaciones recién cerradas. Una emisión en riguroso directo, se supone que como resultado de la audacia del periodista, el único que salió a cazar la noticia sobre dónde estaba y cómo remataba la jornada el staff azulgrana cenando en un restaurante del Garraf, nada menos que en compañía de Jorge Mendes, el intermediario de confianza de Laporta y gran protagonista de la mayoría de los movimientos de mercado, pues ahora mismo el agente portugués representa los intereses de Ansu Fati, Lamine Yamal, Balde, Abde y los Joãos, Cancelo y Félix.
El canal de Twitch brindó la oportunidad de conocer y de transmitir en exclusiva el discurso fresco de Laporta felicitándose por el trabajo realizado por su equipo y por él mismo en un intercambio de preguntas muy amables, entusiastas y cómplices de la gestión de la junta que tuvo su recompensa en forma de acceso directo del mismo periodista a los recién aterrizados João Cancelo y João Félix, a los que pudo entrevistar brevemente, también en exclusiva.
Esta segunda parte del despliegue es la que ha llamado poderosamente la atención del periodismo y de los expertos en la materia que, desde luego, se sorprendieron del hecho absolutamente inusual de que un fichaje, dos en este caso concreto, obtuvieran permiso del club para atender a un reportero, en directo, como ‘pillados’ casualmente, la noche antes de la presentación oficial.
En el club azulgrana, con independencia de la junta que haya gobernado o de quién ha sido el responsable de comunicación, hacía décadas que no se alteraba la custodia exclusiva de un fichaje por parte de los medios propios del club, especialmente de Barça TV, que tradicionalmente ofrecía las primeras imágenes del recién llegado a Barcelona y las primeras declaraciones, un extracto de las cuales se servían por cortesía a los medios audiovisuales para su difusión con la finalidad de aumentar la expectación. El resto de la prensa sabía que cualquier esfuerzo por dar con la localización de los nuevos cracks y mucho menos poder obtener un registro de imágenes o de voz iba a resultar imposible a causa del blindaje mediático habitual.
La desaparición de Barça TV el pasado 30 de junio, aunque traumática por razones obvias, no cambió este ritual de las presentaciones de Gundogan, de Íñigo Martínez y de Oriol Romeu. Cuando menos, no hubo ninguna fisura mediática previa ni tampoco un show como el del viernes por la noche, ampliamente recogido y difundido por el resto de los medios que, paradójicamente, no tuvieron acceso a esa misma información.
La razón, repentina, de esta permisibilidad o de esta deferencia hacia un medio en solitario sólo puede deberse a dos supuestos, el primero como resultado del descontrol del departamento de comunicación, sin duda consecuencia de su falta de celo en la instrucción a los nuevos sobre la debida abstención de relacionarse con ningún periodista antes o después de su presentación y de absoluta dejadez en cuanto a su tutela, la del propio presidente y la de sus fichajes. Laporta y su séquito fueron un blanco fácil y accesible, acaso sospechosamente demasiado, para el periodista.
La otra posibilidad, mucho más creíble y probable, pasa por haber aplicado en este caso una estrategia de comunicación diferente, no pionera ni en el fondo ni en la forma, aunque sí con la pretensión calculada de controlar el mismo discurso oficial a través de un canal menos convencional como es Twitch con muchos más seguidores que la extinta Barça TV y un público predispuesto a vivir esa fiesta de los fichajes con el mismo arrebato, felicidad y ánimo positivo que el propio presidente.
Realmente funcionó, como era de esperar, haber permitido al periodista -en este caso pactado- sentarse prácticamente a cenar ellos con un impacto notable y extraordinariamente contagioso y convincente en la audiencia y en el eco obtenido, también instantáneo, en el resto de los medios y en las redes. Tuvo el efecto deseado de haber propagado a todos los rincones del barcelonismo, como quería Laporta, la apariencia de un cierre de mercado histórico y de éxito sin precedentes con el epílogo inesperado de compartirlo, y celebrarlo sobre todo, con el presidente en un ambiente desinhibido y premeditadamente espontáneo, sin el corsé del protocolo y las enormes limitaciones que habría impuesto a los medios un director de comunicación y sin esa amarga frialdad que nunca se quitó de encima Barça TV en tantos años de funcionamiento.
A base de confundir la información oficialista con el aburrimiento, Barça TV había perdido la eficiencia ideológica de otros tiempos, dejando abierta esta puerta a que, en una evolución del control del mensaje, los medios más populares y escogidos por los barcelonistas, astutamente dominados desde la junta directiva, se encarguen exportar el contenido y el discurso que más le convienen. El paso es homologar la funcionalidad de los nuevos canales, como Twitch, al dominio completo que las redes sociales laportistas han ejercido desde hace muchos años en la conducción y la manipulación de la opinión pública. Laporta nunca ha recurrido a sus propias cuentas de Twitter, ni de cualquier otra red, para someter a su voluntad el universo de la interacción y comunicación digital azulgrana. Sí se ha preocupado, en cambio, de alimentar y ‘satisfacer’ a sus cientos de satélites, fieles laportistas que reman, luchan, activan y combaten al enemigo con un éxito excelente. En su conjunto, como se ha podido comprobar, un ejército ciertamente imbatible.
El experimento de permitir este tipo de cobertura exclusiva a Jijantes, el canal de Twitch de referencia laportista desde hace meses, obedece a esta intención de seguir ampliando el dominio y el control del mensaje desde la junta. El periodista promotor de Jijantes, Gerard Romero, no puede disimular su dependencia absoluta de Lluís Carrasco, ideólogo de este tipo de acciones propagandísticas, ni tampoco ese talante de guerrero al servicio del régimen, no tanto por su tono narrativo, eufórico, como por las preguntas que, teniendo el presidente a mano, no le planteó como, por ejemplo, cuál es la razón por la que la venta de Barça Studios sigue pendiente, un año después, o por qué no estuvo con Aitana Bonmatí en la Gala de la UEFA, como presidente del equipo campeón de la Champions, especialmente en un momento de tanta sensibilidad con el fútbol femenino. La respuesta es que Laporta, como es evidente, aún confía en la rehabilitación de Luis Rubiales, del cual no ha pedido la dimisión, ni él ni el Barça, como sí han hecho las internacionales del Femení.
Puestos a preguntar también habría sido un buen momento para saber qué hacía en Kirguistán, blanqueando el gobierno dictatorial de aquel país con el pretexto de inaugurar una Barça Escola teniendo las inscripciones abiertas y tanto ‘trabajo’ por hacer… desde el verano pasado.