Besos, machismo, independentismo y fútbol

Bluesky

Hablar del tema es meterse en un campo de minas. El tema es, claro está, el beso que le dio el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, a Jenni Hermoso, una de las futbolistas de la selección española en la ceremonia de entrega de medallas a las campeonas del mundo.

Cuando vi el beso en directo pensé que daría que hablar. Sin embargo, no me imaginé que se montaría el lío que se ha organizado. Siempre me ha parecido que darse un beso en los labios es una forma como cualquier otra de saludarse. Lo que me ha parecido poco respetuoso con la defensa de la igualdad de derechos de las personas es que nos saludemos de forma distinta en función del sexo o género que tengamos. Que los hombres saluden a las mujeres dándoles dos besos en las mejillas y que se saluden entre ellos con abrazos o apretones de manos lo encuentro reaccionario. Que existan saludos distintos en función del status social de cada uno es lamentable. Lo de besar las manos de los Reyes o inclinar el cuerpo ante ellos, quiero decir.

Entiendo que se hable de tú a las personas a las que se conoce y aprecia y de usted a las que contactamos por primera vez en la vida. Pero tutear no implica necesariamente que se tenga buena relación con el interlocutor. En las discusiones callejeras por cuestiones de tráfico el tuteo y los insultos van aparejados. Saludarse dándose besos en los labios no implica, ¿hace falta decirlo?, que sea la antesala de una relación sexual.

Como no estamos hablando de una convención aceptada y extendida es evidente que antes de dar un beso en los labios cuando encuentro algún conocido o conocida tengo que contarle mi visión de la jugada. Si ofreciera un apretón de manos a una mujer también tendría probablemente que darle explicaciones. Y como tampoco se trata de empezar cada encuentro con cinco minutos de reflexión sobre cuál es la manera menos discriminatoria de saludarse opto por seguir el manual en vigor: besos en las mejillas de las mujeres y apretón o golpecitos en la espalda de los varones.

En el caso de Rubiales y Hermoso se mezclan muchos más ingredientes. Rubiales es el presidente de la Federación y Hermoso una futbolista. Es decir, Rubiales vendría a ser el jefe de ella. Si dos jugadoras se hubiesen besado en los labios en la celebración de la obtención de la Copa del Mundo lo habríamos encontrado de lo más normal. Seguramente algunas lo hicieron. También lo hacen los actores y actrices, sin diferenciar sexos, y no se hunde el mundo.

El discurso de Rubiales en la asamblea de la Federación que presidía fue lamentable, repartiendo acusaciones y amenazas y forzando el apoyo de muchos de los que participaron abusando de su posición de poder. Merece las críticas que ha recibido por esta intervención. Hay otras críticas menos razonables, como las que le han llovido desde el independentismo más intransigente que lo ha identificado con una España casposa que no es la real o la del presidente de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas, personaje de extrema derecha al que el feminismo le produce urticaria pero que ha estado históricamente peleado con él.

Hay mil formas de saludarse en el mundo. Unos se besan los en labios o en las mejillas, otros ponen las narices en contacto, otros encajan las manos, algunos bajan la cabeza y juntas las manos o simplemente dicen “hola”. Hay quien prohíbe que los hombres y las mujeres se saluden.

Resumiendo, que no me escandalicé tanto como muchas amigas y amigos por el beso de Rubiales a Hermoso y que creo que sería una buena idea que a la Federación Española de Fútbol le quiten la palabra de “Real” y pongan a una mujer al frente.

¡Saludos cordiales!

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