La explotación forestal puede ser una buena herramienta para revertir los efectos del despoblamiento de pequeños núcleos de montaña. Así lo ha asegurado este miércoles el escritor y naturalista Jordi Pasques en el marco de una jornada sobre los pueblos abandonados del Pirineo que se ha llevado a cabo en Tost, en el municipio de Ribera d’Urgellet (Alt Urgell). Un trabajo de campo hecho por él mismo cifra en 56 los pueblos que están deshabitados en la vegueria del Alt Pirineu y Arán. En este sentido, ha valorado los proyectos cooperativos, impulsados por varias asociaciones, destinados a la revitalización de algunos de ellos. Además, ha defendido el impulso de un nuevo movimiento neorrural, como el de los años 70 y los 80, que contribuyó a mantener la estructura social de los núcleos.
Pasques considera que no se puede hablar de «pueblos abandonados», porque «lo que ha hecho la gente es irse, pero el sentimiento de pertenencia no se acaba de perder nunca». En este sentido, ha explicado que muchos de los antiguos habitantes vuelven para celebrar actos, ver el estado de la casa que tenían y visitar a sus antepasados en el cementerio.
El escritor y naturalista sitúa el fenómeno de la despoblación entre la década de los 60 y los 70, cuando gran parte de los habitantes de pequeños núcleos de montaña decidieron trasladarse a la capital de comarca. El Pallars Jussà sería la más afectada, con 24 núcleos deshabitados, seguida por el Alt Urgell, con 17. Mientras, según su trabajo de campo, en el Pallars Sobirà hay 7, 6 en Alta Ribagorça y uno tanto en la Cerdaña como en el Valle de Arán.
Pasques asegura que «así como la despoblación fue relativamente rápida, el poblamiento es muy lento». En este sentido, ha dicho que las personas que quieran dar el paso tienen que ser conscientes de que van a un lugar donde no hay trabajo y que, para crear actividad, hay que tener ganado, hacer trabajos de artesanía o de carpintero. Por lo tanto, defiende que hay que aprovechar el bosque y los recursos que da la tierra.
Así, el escritor y naturalista ha destacado la gestión forestal como «uno de los recursos importantísimos de cara a la fijación de población y retorno a los pueblos». Además, ha afirmado que si cada pueblo tuviera un equipo para mantener estos espacios, se contribuiría a la recuperación de pastos y tierras que habían sido agrícolas, además de prevenir incendios.
Finalmente, Pasques cree que no se están aprovechando del todo los programas europeos destinados a la zona de montaña, en comparación con lo que pasa en la parte del Pirineo administrada por Francia. Antes de su charla, la jornada ‘Todos a Tost’ ha empezado con una visita guiada en las ruinas de este núcleo de la mano del escritor Joan Obiols, que tenía familiares en el pueblo y el valle.
El itinerario por Tost, donde llegaron a vivir medio centenar de personas y que quedó deshabitado en la década de los 60, ha empezado en la casa de la abuela de Obiols, la única que se mantiene en pie, y ha continuado en la iglesia de San Martín, restaurada hace poco. Durante el paseo, ha hecho referencia a fragmentos de sus libros ‘La Cucota’ y ‘Per terres de l’Alt Urgell’.
Posteriormente, se ha celebrado un concierto del dúo La Sonsoni, de Pep Lizandra y Elías Porter, que ha interpretado canciones sobre la evolución de la vida en el Pirineo. La jornada ha sido organizada por el Consejo Comarcal del Alt Urgell y el Ayuntamiento de Ribera d’Urgellet. Ha contado con la colaboración del Institut d’Estudis Ilerdencs, la Diputación de Lleida, RàdioSeu y vecinos del valle de Tost.
