La salida del delantero francés Ousmane Dembélé ha pasado por todas las fases del duelo cuando se produce un hecho traumático como esta fuga que, sobre todo, ha puesto de relieve, una vez más, la fragilidad e improvisación de Joan Laporta y de su equipo de fútbol a la hora de cerrar acuerdos.
Por poner sólo algunos ejemplos recientes, los abogados del club firmaron con el At. Madrid una cesión de Griezmann con obligación de compra por 40 millones cuando se cumplieran una serie de requisitos en forma de partidos jugados a lo largo de periodo de préstamo del delantero, en apariencia fáciles. En la práctica, sin embargo, el equipo legal del club madrileño encontró la fórmula de burlar esas cláusulas contando con la complicidad del entrenador, Diego Simeone, que lo empezó a alinear a partir del minuto 60 de partido. De ese modo, se aseguraba el retorno del futbolista al Camp Nou, con una temporada por delante de contrato y sin esos 40 millones con los que contaba la tesorería. Los números reales no han visto la luz del todo, aunque se especula con que el At. Madrid se lo acabó quedando en propiedad por algo menos de 20 millones y una opción de compra preferente a favor del Barça por Carrasco, una operación fuera del alcance del margen salarial del club azulgrana.
También resultó un fiasco el intento de cesión de Pablo Torres el verano pasado, tras ficharlo del Racing Santander, por desconocer la normativa que en su caso le impedía volver a su club de origen.
La torpeza exhibida con Arnau Tenas, un portero de gran futuro según los técnicos, tampoco tiene desperdicio. El jugador se encontró de pronto con la carta de libertad en el bolsillo debido a que desde el club no se activo la cláusula de renovación automática suscrita en su momento. La noticia causó suficiente revuelo, incluso internamente, sin terminar de esclarecerse si la decisión fue un error o el resultado de adoptar, en su caso, una estrategia que al club le ahorraba la ficha de un futbolista destinado a ser el tercer portero del primer equipo por detrás de Ter Stegen y de Iñáki Peña. A las pocas horas, desde el club se filtró que, lejos de querer desprenderse de él, había entablado negociaciones para firmar un nuevo contrato con otras condiciones.
El resultado ha sido, ante la lentitud y las dificultades financieras del Barça de Laporta, que Arnau Tenas ha aceptado la oferta del PSG para su nuevo proyecto, lo mismo que Dembélé.
Con el delantero francés, la propia prensa laportista no ha sido capaz ni de explicarse ni de justificar la existencia de una cláusula absolutamente incomprensible firmada hace un año e incluida en el contrato de renovación del jugador cuando Laporta, en plena fiebre de las palancas, apenas prestó atención al parche acordado con Moussa Sissoko, su agente. En aquellos días estaba más centrado en cerrar el trato con sus intermediarios de confianza, Pini Zahavi y Jorge Mendes, con los siete nuevos fichajes para tapar los malos resultados de su primer año completo como presidente.
El lunes, la prensa laportista celebró como un éxito sin precedentes que no se hubiera activado la cláusula de rescisión por 25 millones, pues los otros 25 son para su representante, dando por hecho que si antes de la medianoche del día 31 de julio no se abonaba esa cantidad la cláusula se disparaba a 100 millones íntegramente a favor del Barça.
En realidad, no era así, aunque, como siempre, desde la junta se filtró, igual que en su día sucedió con Griezmann, que quien tenía el control de la situación y la sartén por el mango era el Barça. La decepción y el malestar por el ridículo informativo y el caos mediático del martes a partir de que se fue destapando la cruda realidad, que Dembélé se marchaba al PSG casi gratis, dieron paso a una oleada de críticas y de ataques feroces contra al jugador, básicamente centrados en su alto coste de fichaje, hace seis años, y el bajo rendimiento a causa de sus lesiones, su mala vida y su falta de compromiso con el Barça.
Todo lo contrario que los mismos periodistas, opinadores, las voces del universo Twitch y los altavoces laportistas de las redes bajo su control habían manifestado, elogiosamente, sobre su cambio de actitud, superlativo grado de integración, altísimo voltaje de su fútbol explosivo y sin igual en el mundo, excepcional habilidad con las dos piernas y la creciente inteligencia táctica aprendida bajo la sabia tutela de Xavi Hernández, su principal valedor desde que llegó al banquillo.
Ciertamente, no es que los demás técnicos no lo hubieran valorado, sino que sufrió varias lesiones graves frente a las cuales se sometió al criterio médico y quirúrgico del cuerpo médico del club.
En cualquier caso, salta a la vista que, por tratarse de un fichaje de Josep Maria Bartomeu, a Laporta nunca le entusiasmó ese protagonismo avalado por la demostrada confianza del entrenador en sus posibilidades. Por ese mismo motivo, tras confirmarse la jugada maestra de Moussa Sissoko, su agente, y la preferencia del jugador por el PSG, al día siguiente a Laporta no se le vio en el rancho de JR en Texas ni en ninguna otra versión mediática triunfadora y deslumbrante como tras la victoria sobre el Real Madrid. Tocaba esconderse y dejar en manos de su aparato de control de la comunicación una agresiva campaña señalando la ‘traición’ al Barça, a Laporta y a Xavi por parte de un futbolista como Dembélé, a quien, por cierto, Laporta nunca le puso por delante un contrato que, en tiempo y en condiciones, respondiera a ese perfil de crack de primer nivel ni a una apuesta real de futuro como sí ha hecho el PSG llegado el momento.
Tan malo no será del todo cuando el PSG lo ficha como sustituto de Mbappé, responden algunos pocos aficionados a esa campaña de despedida del francés.
Cabe preguntarse si, en parecidas circunstancias, jugadores como Lewandowski, Raphiña y Koundé el año pasado, o más recientemente Gundogan y Oriol Romeu han abandonado sus anteriores clubs acusados y envueltos en una campaña de haber cometido un acto de alta traición. Parece claro que la posibilidad de mejorar les legitimaba y les amparaba. ¿Por qué Dembélé no puede aceptar una oferta que, a su juicio, también supera lo que le daba Laporta?