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El suflé catalán

Xavier Ribera

Gasetiller, escrividor i guionista. Com deia Calders, "vaig néixer abans d'ahir i ja som demà passat. Ara només penso com passaré el cap de setmana".
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El suflé es un plato cocinado al horno y hecho con bechamel y clara de huevo a punto de nieve; a la temperatura adecuada, multiplica su volumen, pero cuando sale del horno se enfría y se contrae. A lo largo de los tiempos, se ha convertido en una metáfora recurrente para referirse al proceso soberanista catalán. La imagen del suflé sugiere la idea de que el independentismo es el resultado de una especie de repentina fiebre colectiva que desciende tan aceleradamente como asciende. Pronto se cumplirán cinco años de los hechos de octubre de 2017. Poco podíamos imaginar entonces, en plena efervescencia independentista, que el enfriamiento sería tan profundo y el pragmatismo acabaría imponiéndose con esta celeridad, que bajaría el suflé, en definitiva. Aunque quedan muchos mohicanos, el independentismo se ha contraído, hecho que muchos reciben aliviados y otros decepcionados. Sin disminuir la masa, el volumen se percibe menor.

Lo curioso del caso es que haya sido Esquerra y no la posconvergencia quien haya retirado el suflé del horno. Hasta hace poco tiempo, del enfriamiento se encargaban los herederos de Jordi Pujol, auténticos profesionales en la materia. El suflé debe ir con la gobernanza, y ahora quien manda es ERC; a las llaves de Palau, adjuntan la puta, la Ramoneta y el peix del cove, un pack indisoluble. Se han intercambiado los papeles. Para los nuevos convergentes todo vale para alcanzar la independencia, y para los republicanos piano piano si llega lontano. Los primeros acusan a los segundos de vendidos y los segundos a los primeros, de alocados, la cantinela de siempre, pero a la inversa.

Ahora, quien acude a Madrid a negociar es ERC, ni Duran i Lleida, ni Miquel Roca ni Artur Mas; en su lugar, Pere Aragonès o Gabriel Rufián o Laura Vilagrà. Así, la mesa de diálogo se ha vuelto a parar, y dos peces han saltado al capazo: la desjudicialización y la protección del catalán. El primer pez es una entelequia, que suena muy bien, pero de difícil concreción. Veremos. El segundo pez, el de la protección del catalán, de hacerse, tendría más calado: reformar el reglamento del Senado para que se pueda hablar catalán en esta Cámara, petición a la mesa del Parlamento Europeo en el mismo sentido, y aval del gobierno español en las reformas legislativas de la Generalitat que han permitido sortear la sentencia del 25% del TSJC -ahora, Constitucional. Unos peces, según Junts, demasiado autonomistas. En la mesa no se ha dialogado ni de amnistía ni de autodeterminación, que es lo que reclama la nueva ERC -Junts-; unos temas espinosos, sin acuerdo posible por ahora, que se dejan para el final, en caso de que el diálogo tenga un final…

Resumiendo, Pedro Sánchez rehace la mayoría del frente de izquierdas de la investidura para encarar lo que queda de legislatura, y Aragonès toma oxígeno para transitar el segundo y escarpado tramo del mandato. El remake de una vieja película, con los temas de siempre, pero con actores diferentes… Y qui dia passa, any empeny….

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