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Me iba mejor el 14…

Xavier Ribera

Gasetiller, escrividor i guionista. Com deia Calders, "vaig néixer abans d'ahir i ja som demà passat. Ara només penso com passaré el cap de setmana".
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Si el 23 de octubre, día en que se convocaron, con una Rt a 1,46 y con la curva en plena escalada, las elecciones eran válidas, estas deberían continuar siéndolo a 15 de enero. Pero, ahora el Govern dice que no, que ni hablar, que el riesgo es «inasumible». Decía un amigo, que si no te gusta el sol, no te gusta en la playa, pero tampoco a la montaña. Si entonces se podían hacer, ahora también. ¿Nos engañaban entonces? ¿Nos engañan ahora? Perdonen el spoiler, pero me recuerda la novela de Agatha Christie Asesinato en el Orient Express; entre todos los partidos, salvo el PSC y el PDECat, mataron al 14-F. Con las encuestas en las manos, seguramente, en todos encontraríamos justificaciones para así hacerlo. Sin ir más lejos, lo confiesa el mismo dircom de JxCat, Pere Martí Colom, cuando escribe: «Ahora tenemos más tiempo para ganar bien».

Aparte de las encuestas publicadas, los partidos manejan otras encuestas que les determinan los próximos movimientos. Estas dibujan un panorama ligeramente distinto al publicado, con Esquerra de bajada, Junts de subida moderada y el PSC abriéndose paso a marchas forzadas. En resumidas cuentas, a los partidos del Govern no les salen las cuentas, y el ansiado 50% más uno, no pasa por su mejor momento. Además, si las elecciones se hacen el 30 de mayo, la posibilidad de influencia y participación directa de líderes como Oriol Junqueras, crece. A estas alturas del partido, lo que parece claro es que Pere Aragonés, candidato republicano, necesita una mano. Por todo ello, que no nos cuenten milongas … A todos les viene bien un aplazamiento para tratar de ampliar sus respectivas bases.

Por otra parte, llama poderosamente la atención que, después de haber logrado el milagro de haber inventado y fabricado, en tiempo récord, un montón de vacunas, ahora, estos mismos humanos, en pleno siglo XXI, no seamos capaces de votar sin necesidad de salir de casa. Por no hurgar también en la herida de la incompetencia de la política catalana que, cuarenta y tantos años de democracia después, no hayan sido capaces de consensuar una ley electoral propia. ¿Queremos la independencia y no somos capaces de ponernos de acuerdo en un tema tan básico? Tampoco entiendo, como tantos otros, que seamos aptos para apiñarnos en el metro en el trajín diario y no podamos articular la manera de ir a votar con unos máximos de seguridad.

Reconozco que los datos pandémicos son malos, mucho, como lo eran cuando se convocaron las elecciones. Esto solo, después de las fiestas de Navidad, ya justificaría el ataque de prudencia repentino que le ha cogido al Govern. Pero, desconfío y pienso que, esta vez, la salud no ha sido el elemento determinante del aplazamiento electoral, y eso me molesta.

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