Núria Gispert y Feliu, que fue concejal del Ayuntamiento de Barcelona entre los años 1979 y 1995, y que dirigió Càritas Barcelona, entre 1998 y 2004 y Càritas Española, de 2002 a 2004, ha muerto esta tarde víctima de un cáncer. Nació en Barcelona el 6 de junio de 1936, se diplomó en Magisterio y ha dedicado su vida al activismo social y político basado en convicciones cristianas progresistas. De muy joven, casi adolescente, se incorporó como voluntaria a la atención social en una escuela del barrio de Can Tunis, en Barcelona, donde ayudaba a las religiosas que la gestionaban a la formación de hijos de familias desestructuradas.
Como concejal del Ayuntamiento de Barcelona, primero como representante del PSUC y después del PSC, trabajó en los ámbitos de la infancia, la vivienda, la cultura y los movimientos ciudadanos. Formó parte de los gobiernos municipales presididos por Narciso Serra y Pasqual Maragall. En el año 2002, recibió la Creu de Sant Jordi que se le concedió "por el conjunto de una trayectoria que ha contribuido al progreso y al bienestar de los ciudadanos desde una acreditada sensibilidad social y vocación de servicio a los intereses colectivos". Y en 2013, se le concedió la Medalla de Honor del Parlament de Catalunya por "una trayectoria vital marcada por el compromiso social, que la ha llevado a participar en la política municipal, el activismo vecinal y cívico". El 2014 fue una de las tres persones finalistas del Premio Catalán del Año, que otorga El Periódico de Catalunya, y aquel mismo año hizo el pregón de las Fiestas de la Mercè, con una intervención en qué destacó la necesidad de luchar contra las desigualdades sociales.
Cuando dejó de dirigir Càritas continuó vinculada a varias entidades cívicas del tercer sector social dedicadas a los colectivos más desvalidos como la Fundación Trinijove, la Fundación Pere Tarrés o Braval.
Su última intervención pública fue una carta publicada al Periódico, a finales de julio, en la que defendía al cardenal y arzobispo de Barcelona, Joan Josep Omella, de las críticas que le hicieron el presidente de la Generalitat, Quim Torra, y su antecesor, Carles Puigdemont, que lo acusaron de no haber defendido suficientemente a los presos independentistas.
