Messi: Rey y embajador

El fútbol tiene tanto de romántico como de negocio. Siempre, depende del prisma con que se mire. Pero es fácil asumir que hoy se impone la industria si analizamos el fútbol profesional y su evolución en el marco de una lógica capitalista más que evidente. Y a esta lógica de creación de estrellas, star systems, héroes y antihéroes también contribuyen los galardones individuales que ganan los futbolistas: la Bota de Oro, The Best o la Pelota de Oro. No obstante, seguramente y a pesar del dinero que rodea a la industria, la última gala que se hizo en París reconoció aquello que también la mayoría de románticos de este oficio han deducido desde hace años: el argentino Leo Messi es el mejor jugador de la historia del fútbol.

El argentino de Rosario es el único jugador que ha conseguido seis Pelotas de Oro, el prestigioso galardón que otorga la revista France Football. En diez años, seis veces ha sido considerado el mejor jugador de la temporada, o del mundo si lo queremos vestir de más pomposidad. Y, seguramente, con todo el merecimiento. Ciertamente, la temporada pasada no fue la más buena del crack argentino en cuanto a títulos colectivos: en la retina quedarán los desastres de Anfield Road y de la final de la Copa del Rey, que pusieron a Valverde y el equipo en el punto de mira a pesar de ganar la Liga. Pero a Messi no le han hecho falta estos títulos para poder volver a subir al Olimpo.

Quizás esta es una primera lección que podemos sacar de esta edición de la Pelota de Oro: tradicionalmente se asociaba al ganador con los títulos que había conseguido la última temporada; que si la Champions League, el Mundial o la Eurocopa. Pero, este año, Messi se ha impuesto a los magníficos Van Dijk, Mané y Salah, los tres puntales del Liverpool que hicieron añicos al Barça la temporada pasada y se acabaron llevando la Champions.

Este año, pero, se impone una lógica puramente individual. Porque desde hace diez años Leo Messi enamora jugando a fútbol; porque no hay ningún jugador que mime la pelota como lo hace el argentino, que tenga su visión de juego, su fuerza conduciendo la pelota, la precisión del remate o el ingenio dentro del área rival. Y, a pesar de que ha habido una competición desenfrenada para poder crear un antihéroe a su lado, entronizando como fuera a Cristiano Ronaldo, la estrella de Messi siempre ha podido brillar algo más arriba en el firmamento. Messi dijo que le dolía ver como el portugués era el mimado de France Football durante los últimos años. ¡Está claro que le tocaba la moral! Porque mientras que a Cristiano se le tiene que considerar un muy buen futbolista, un rematador excelso, Leo veía cómo, aparte de mantener un nivel de forma excelente a lo largo de una década, también crecía cada día más como líder indiscutible de un vestuario sin tener que hacer las estridencias y las excentricidades a que nos había acostumbrado Ronaldo en el Santiago Bernabéu. El hombre anuncio contra el deportista total.

Leo Messi ha llegado a la madurez profesional al club que le vio crecer y ha conseguido seis Pelotas de Oro vistiendo la misma camiseta. Este también es un aspecto que no se puede menospreciar, porque un análisis en perspectiva pone de manifiesto el compromiso del jugador con la institución que lo trajo a España, que lo formó y lo entronizó. Messi recogía el 2009 la primera Pelota de Oro acompañado de sus hermanos, con la ingenuidad del joven a quien han convertido con una estrella de repente.
Al cabo de diez años, se hacía acompañar de la familia, de los hijos que saltaban de alegría en la butaca al ver como su padre subía a buscar el reconocimiento.

Messi, pues, ha crecido en el Camp Nou, por donde también ha visto pasar a grandes cracs mundiales que tenían que comerse el mundo, pero las estrellas de los cuales siempre se fundían antes de tiempo: aprendió de Ronaldinho antes de que el brasileño cayera en desgracia, vivió la ambición de Neymar, la mala suerte de Coutinho y la miopía de Dembelé. Todos ellos, jugadores que la historia siempre pondrá un escalón por debajo de las gestas de Messi.

En una época donde los mercenarios forman parte de la industria –el concepto "mercenario" ya lo acuñó el sociólogo Joseph Maguire en Global Sport para definir un determinado perfil de deportista trotamundos–, la historia de Messi conserva el romanticismo de los clásicos y convierte al crac en rey y embajador de una institución políticamente y deportivamente singular

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