Cómo ha sido justificadament comentado, el día 17 de marzo pasado entró a la historia del fútbol femenino por ser el día en que el Wanda Metropolitano acogió a 60.739 espectadores en la grada para presenciar el Atlético de Madrid-Barcelona correspondiendo a la jornada 24 de la Liga Iberdrola. El registro estableció un récord absoluto mundial en cuanto a aforo en un partido femenino de fútbol de clubes.
Sin embargo, este día el equipo azulgrana, que por cierto ganó 0-2 recortando distancias al líder colchonero, no estuvo debidamente representado en el palco pues ningún titular de la directiva fue en nombre del club a una cita tan importante de la cual, cuando menos, dependía el título de la temporada regular 2018-19.
No han trascendido las causas, pero sí la extrañeza y la crítica derivada por la soledad del equipo en el desplazamiento clave de la Liga, con el factor añadido de este récord de asistencia en el cual el At. Madrid volcó todos sus esfuerzos de estructura y de convocatoria.
Hay mucho para aprender, mucho para defender y por supuesto mucho que representar al club en un acontecimiento destacado. La ausencia supone un feo institucional y también un reflejo que, a veces, el celo a cuidar de la imagen del compromiso del club con la mujer choca con la agenda de según qué directivos y directivas o bien con alguna laguna en la asignación de responsabilidades en cuanto a asistir a actos que a veces tienen visibilidad y eco mediático y otras no tanto o ninguna.
El equipo Femenino se ha clasificado para las semifinales de la Champions League, un reto que plantea incluso la posibilidad de jugar en el Camp Nou el partido contra Bayern Múnich. No parece, pero, que la afición azulgrana esté preparada para llenarlo ni mucho menos. No por ahora.
