El intercambio de sillas que hicieron Alfred Bosch y Ernest Maragall entre la consejería de Exteriores y la candidatura de ERC a la alcaldía de Barcelona ha servido, sobre todo, para dar alas en el espacio de izquierdas y esperanzas a los partidarios de un pacto progresista por después de las municipales. Y es que la llegada de Maragall al grupo municipal ha hecho que ERC tenga uno de sus habituales giros ideológicos en los que escoge entre su alma nacionalista/independentista y su vertiente más de izquierdas. Así, por los movimientos que va haciendo últimamente, parece que apuesta ahora más para alinearse con los comunes de Ada Colau que con el catalanismo conservador del PDECat.
De este modo, los republicanos parecen dejar claro que su apuesta por el frente nacional a la Generalitat y el Parlament no tendrá espejo al otro lado de la plaza Sant Jaume, y aspira a poder gobernar con los comunes, la CUP o incluso el PSC. De hecho, cuando Maragall habla del PDECat y JxCat, constantemente menciona la "unidad de acción" en el terreno independentista, pero pone mucha más énfasis en las "políticas de izquierdas" cuando se refiere al impulso de acción de un posible gobierno con los comunes. Esta estrategia ha molestado una parte de los republicanos, pero sobre todo ha incordiado el en torno a Alfred Bosch, que ve que el giro deja en mal lugar el que fue su representante al Ayuntamiento.
