Indeterminados

A estas alturas todavía no hay quien saque algo en claro de todo esto y las respuestas sobre quién somos y a dónde vamos dependen de si nuestro interlocutor lleva la capa independentista o la capa constitucional. ¿Somos o no somos españoles? ¿Somos una monarquía o una república? ¿Nos hemos autodeterminado o seguimos indeterminados? ¿Somos una nación o no llegamos ni a región? ¿Qué manifestación toca hoy?… Busco respuestas, pero más allá de relatos épicos falseados no encuentro nada. El único consuelo que tengo es que no soy la única desconcertada. Mirad al pobre Ferran Mascarell, que quiere seguir cobrando como delegado de la Generalitat en Madrid a pesar de haber sido cesado. Es admirable cómo reclama seguir como cargo de confianza de un gobierno que ya no existe.

Que sean precisamente los dos principales partidos independentistas los responsables de la perplejidad del pueblo de Cataluña tiene delito. ¿Alguien me puede explicar con palabras inteligibles por qué Joan Tardà, Gabriel Rufián –el de las 155 monedas de plata- y el resto de parlamentarios procesistas -33 en total entre diputados y senadores de ERC i el PDECat- siguen cobrando de las cámaras españolas? Se niegan a dimitir porque dicen que su objetivo es continuar en las instituciones del Estado para defender el autogobierno catalán. Lo hacen aguantándose la risa y poniendo cara de circunstancias ante la crédula parroquia, como si la vida de cortesano en Madrid fuera un martirio y no un privilegio.

El lío no acaba aquí. Nos hemos independizado –o no- pero los republicanos y los exconvergentes tienen la intención de presentarse a las elecciones autonómicas convocadas el próximo 21 de diciembre. Tampoco descartan hacerlo los cuperos porque si no se presentan no podrán sumar mayoría para seguir construyendo la patria soñada, que en este momento se parece más a una Atlántida que a una Arcadia. El bromista Rajoy habría hecho bien en revisar la fecha de los comicios y, puestos a votar en jueves para fastidiar a los empresarios catalanes que no han trasladado su sede fiscal, la fiesta de la democracia se podría haber celebrado con más razón el día de los inocentes.

El mensaje en clave del sinuoso Junqueras tampoco ha ayudado mucho a desvelar qué nos espera más allá de la castañada del 155. El líder republicano ha anunciado que el gobierno catalán tendrá que tomar decisiones «que no serán fáciles de entender», como si las que ha tomado hasta ahora lo hubieran sido. Oriol Junqueras ha hablado de «momentos de incertidumbre, de dudas y contradicciones» entre lo que se quiere y lo que se puede hacer, y ha reconocido en un gesto de humildad que le honra pero que cuestiona sus aptitudes políticas que la República Catalana ha nacido sin la fortaleza esperada.

De momento, lo único claro es que tenemos un ex-presidente con el don de la ubicuidad. Ver a Carles Puigdemont en la televisión pidiéndonos «paciencia, perseverancia y perspectiva» a la vez que almorzaba en un restaurante de Girona es un milagro. Supongo que la excepcionalidad del momento histórico ha hecho imposible esconder por más tiempo este don sobrenatural y confío que, una vez hecho público, el mundo y el resto del sistema solar nos reconocerán como república. Ha sido decepcionante comprobar cómo con Raül Romeva ejerciendo de ministro de Asuntos Exteriores no nos ha hecho caso ni Corea del Norte. Perseveremos, pues, porque a paciencia y perspectiva no nos gana nadie.

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