Las redes han hervido con la irrupción de Piolín los días previos al 1 de octubre. La enorme imagen de este personaje de Warner Bros., acompañado por los no menos famosos y enormes Coyote y pato Lucas en uno de los barcos que aloja en el Puerto de Barcelona a agentes policiales que tienen que actuar contra la celebración del referéndum, ha sido aprovechada para hacer todo tipo de bromas. De hecho, tanto los partidarios de la independencia como los que se oponen a ella han difundido su gama de coñas con el personaje.
Los indepes han instalado al pollito equipado con un tricornio de la Guardia Civil en la bandera española, en un hábil guiño retórico al águila imperial del escudo franquista. También han aprovechado la resonancia ornitológica del franquismo para emular una escena de Laguerra de las galaxias: Piolín hace de Luke Skywalker y el águila franquista, como Darth Vader en aquella película, le dice que es su padre. En una reciente aparición en TV3, el consejero de Justicia, Carles Mundó, recibió como regalo una corbata azul en la que aparecía la nueva estrella del proceso. También Òmnium Cultural ha mojado pan introduciendo el personaje en su campaña «Democracia».
Los partidarios de la unidad de España también han producido virales para intentar hacer la pascua a los indepes… cómo hacía Piolín con el gato Silvestre. En uno de ellos, el pollito de Warner, tricornio incluido, levanta el párpado de un Silvestre inconsciente… y destapa una estelada. En otro, una versión gigante y monstruosa de Piolín -también con tricornio- pilla a Silvestre con una urna donde hay una estelada.
A raíz de las coñas, Warner exigió medidas para proteger sus derechos de imagen. En vez de llevarse el crucero Moby Dada, ahora mismo necesario para el Ministerio del Interior, la decisión de la naviera, presionada por Warner y obligada por su contrato con el Estado, ha consistido en tapar los personajes con lonas gigantes, pero los agentes se han quejado de que no dejan pasar la luz. Fuentes de Interior citadas por La Vanguardia han confirmado los dolores de cabeza causados por este barco, del que el viento destapa su verdadera apariencia.
La cobertura, además, ha ocasionado una suerte de limitado efecto Streisand en la red -un efecto contraproducente en el intento de esconder algo- y de la posterior campaña para liberar al pollito se ha hecho eco el otro icono importado del proceso, Julian Assange.