Cuando Carme Forcadell pidió a Artur Mas que organizara un referéndum, el entonces presidente de la Generalitat le hizo caso. «¡Presidente, ponga las urnas!», le exigió desde la dirección de la Asamblea Nacional Catalana (ANC). Y Mas organizó en un par de meses la consulta ciudadana del 9 de noviembre.
Ahora Mas ya no es presidente de la Generalitat. Carme Forcadell tampoco preside la ANC. Es la presidenta del Parlamento. Se cuidará muy mucho de pedir al sustituto de Mas, Carles Puigdemont, que ponga las urnas. Si Puigdemont pusiera las urnas -es decir, convocase nuevas elecciones- sería como firmar su acta de defunción. Su paso por la presidencia habría sido efímero y, probablemente, sólo dejaría para el recuerdo su imagen de guitarrista actuando con Sopa de Cabra.
A Mas quizás sí que le gustaría que hubiera elecciones catalanas avanzadas. Las perdería, claro, pero le servirían de revancha contra la CUP, que le apartó de la presidencia con la excusa de hacerlo como contrapartida de un pacto de fidelidad a Junts pel Sí, que finalmente ha ‘mutado’.
Pero una cosa es no convocar elecciones adelantadas y otra tumbarse a dormir cuatro meses, que es lo que pretende Puigdemont. Tras quedarse sin presupuestos, el presidente de la Generalitat debería buscar una solución diferente a la convocatoria de una moción de confianza tras las vacaciones de verano.
No tiene ningún sentido que el vicepresidente del gobierno, Oriol Junqueras, acuse a la CUP de impedir la aplicación de grandes mejoras sociales con su oposición a los presupuestos y perpetuar esta situación durante medio año porque el partido del presidente Puigdemont está en horas bajas y confía en que con el paso del tiempo mejoren sus expectativas electorales.
Los independentistas sinceros deberían sublevarse. Les prometieron la independencia en 18 meses y ahora les condenan a un kit-kat del ‘proceso’ durante cuatro meses. Sólo a aquellos que han hecho del ‘proceso’ un modus vivendi ya les va bien la pachorra de Puigdemont.
Hemos pasado del «presidente, ponga las urnas» a «el ‘proceso’ es importante, pero las vacaciones lo son más».