Carles Puigdemont se someterá a una moción de confianza en septiembre que irá ligada a la aprobación de los presupuestos del 2017. Si no prospera la moción, se dará por acabada la legislatura y se convocarán nuevas elecciones y, si Oriol Junqueras fracasa en la aprobación de las cuentas, también se dará este escenario.
Por lógica, la CUP seguiría sin brindarles su apoyo porque desde Junts pel Sí no se piensa desobedecer al Estado, al menos en la medida como querrían los anticapitalistas, ni precipitar un choque de trenes en este momento por considerar que saldrían perdiendo.
Puigdemont sitúa la moción de confianza en septiembre con la previsión que, si fracasa, los convergentes habrán hecho los deberes por lo que respeta a la fundación del nuevo partido y tendrán el artefacto político a punto para presentarse a los comicios.
Sin embargo, hay dos hechos que podrían evitar las elecciones anticipadas: el primero, el triunfo electoral de Podemos, gracias al cual sería posible la convocatoria de un referéndum autorizado y permitiría que Catalunya Sí que es pot (CSQP) se convirtiera en el nuevo socio. Y el segundo, una rotura de la CUP, una posibilidad que a los Convergentes no descartan.
Ayer se confirmaba en las filas convergentes que se explorará esta posibilidad. Según dicen, de los 10 diputados de la CUP, había tres partidarios de retirar la enmienda a la totalidad de las cuentas; dos que tienen dudas; y cinco que defendían que se mantuvieran. No obstante, a Junts pel Sí no le salen los números: necesita seis diputados para conseguir la mayoría absoluta.