Mejor votar al vecino

Se acerca la fecha electoral del 20D y sigo inmersa en un gran mar de dudas. No porque no sepa a quién votar, porque de hecho nunca antes me lo habían puesto los políticos tan fácil para decidirme por votar al vecino del tercero primera, un italiano bellísimo que me deja sin aliento cada vez que coincido con él en el ascensor. El mar de dudas sobre hacia qué tipo de precipicio nos dirigimos viene del desconcierto que me provoca comprobar que todavía hay ciudadanos que se toman en serio estas elecciones y que sufren ansiedad porque no saben a quién votar y el tiempo se acaba.

La tomadura de pelo de los partidos en estos comicios es de juzgado de guardia. Debates en donde no aparece el cabeza de lista del partido que gobierna y donde lo que parece más interesante es el diseño del plató, televisiones que marginan a candidatos con representación parlamentaria porque no son tan mediáticos ni tan guapos, candidatos que critican al contrincante por las pintas que lleva y que se erigen en representantes del cambio cuando llevan años como diputados, ministros en funciones con ángel de la guarda incorporado que les ayuda a aparcar… Espero que este 20D reciban el castigo en las urnas que se merecen porque la inocentada es de tal dimensión que no hay por dónde cogerla.

Francamente, no creo que la nueva política que reclama la ciudadanía sea este esperpento por mucho que nos lo vendan así los medios de comunicación, cada día más tendenciosos y desbocados. Como tampoco lo es enmascarar bajo el eufemismo de «partido emergente» una fuerza como Ciudadanos cuando transpira liberalismo y populismo ultraderechista por todos sus poros a pesar de haber estado apadrinada en sus inicios por el grupo Prisa. Sin embargo, hoy quiero hablar del estado de confusión que me provocan las nuevas formas de hacer política de ERC. Me pensaba que con el cabeza de lista que resulta que no es ya lo habíamos visto todo, pero se ve que no.

De entrada, no entiendo que un partido independentista se presente a las elecciones de un estado que no es el suyo. Pero cuestiones metafísicas al margen, tampoco acabo de ver claro que elegir de cabeza de lista a un joven con tupé y un apellido desconcertante que está cobrando el paro sea muy alternativo. Más bien es una putada. Eso del apellido va como va y nadie quiere quedarse sin trabajo, pero es de una gran crueldad no haberle explicado antes de ir a Madrid que la posibilidad de quedarse calvo en cuatro días es bastante alta. En el Congreso las cuchilladas van que vuelan y los primeros sacrificados son los inocentes de cabelleras espesas que se creen que pueden cambiar España.

Sin embargo, lo que me ha acabado de desconcertar es que ERC, quizás fruto del estrés postraumático generado por las reticencias cupaires a investir a Artur Mas, parece haberse olvidado de colgar en la web su programa electoral. Si quiero saber qué harán los republicanos en Madrid sobre la corrupción política o sobre los recortes sociales no tengo más remedio que consultar las propuestas que presentaron con los convergentes en las elecciones del septiembre pasado. Como se ve que el programa vuelve a ser común con CDC a pesar de presentarse por separado, no estaría de más añadir a la página de inicio republicana un enlace al programa electoral de Democràcia i Llibertat. Así nos ahorraremos tiempo y tendremos unas horas más para pensar a qué vecino votar el 20D.

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