Acostumbrados a unos libros de memorias que delatan el afán de sus autores para escabullirse de juicios críticos, el que ha escrito Miquel Sellarès, Construyendo un Estado nuevo. Memorias políticas (Angle editorial) es, como poco, sorpresivo. Lo es por lo que testimonia, porque aporta mucha información útil sobre capítulos troncales de nuestra historia (de la Asamblea de Catalunya al diseño de la Policía de Catalunya, pasando por la fundación de CDC), pero lo es, sobre todo, porque Sellarès ha evitado la tentación de la vanidad y ha explicado de manera desnuda su versión de aquello que ha vivido.
Las memorias de Sellarès constituyen un libro valiente y generoso, a pesar de que es injusto con la figura del presidente Tarradellas. El índice onomástico subraya el papel protagonista de muchos activistas de las horas difíciles de nuestro pueblo, algunos olvidados o desterrados por los oportunistas de todas las circunstancias. Sus páginas exudan fidelidad al espíritu unitario que nos ha llevado a las mayores victorias. Da muchos detalles de su campaña para denunciar el llamado «sector negocios» de CDC, en uno de los capítulos más briosos del libro.
Las memorias de Sellarès deben ser leídas de una manera crítica, porque el autor las ha escrito también desde la lealtad crítica a las figuras con quien ha trabajado a lo largo de su trayectoria: el presidente Pujol, el presidente Maragall, Carod-Rovira. Con todos ellos se muestra elogioso pero a la vez crítico. ¿Se lo perdonarán? En todo caso, el bagaje que él aporta tendría que ser aprovechado, con afán de evitar trampas, por quienes ahora lideran el proceso de construcción nacional.
