Todas las caras visibles del PSC han mostrado en algún momento de los últimos dos años cierta empatía con el aspecto más humano y personal de los independentistas presos y de los líderes del procés. Seguramente, el conocimiento personal de la mayoría de ellos ha hecho que Miquel Iceta, Meritxell Batet, Manuel Cruz, Jaume Collboni o Teresa Cunillera hayan sido más sensibles y suaves a la hora de hablar de ellos, de sus familias o de como tratar su caso después del juicio del 1-O.
Estos planteamientos, pero, son ahora un dolor de cabeza para el PSOE, que teme que, con la sentencia en la mano, vuelva a pasar lo mismo y la derecha tenga munición contra los socialistas en plena campaña electoral. De momento, Ferraz ya ha avisado que en Barcelona tendrán que tener cuidado con esta cuestión.