El nuevo presidente del PP catalán no tiene las manos libres para hacer su equipo

Alejandro Fernández ya es el nuevo presidente del PP catalán. No era muy complicado: él era el único candidato que se presentaba. Y no es que el suyo sea un liderazgo natural, sino que todos los militantes saben que asumir ahora la presidencia del partido supone ser la cara de un posible fracaso electoral, de la caída en picado y de la travesía del desierto de los populares. Con todo, las diferentes familias de la formación, enfrentadas entre si históricamente y todavía mirándose de reojo a diario, han decidido dejar vía libre a Fernández… pero no darle carta blanca.

Un vez el nuevo presidente se vio con el cargo asegurado, los diferentes sectores del partido forzaron que parte de la dirección estuviera condicionada y que fueran nombres impuestos por las familias, para no dar a Alejandro Fernández todo el poder y para controlar qué hace y con quién. Y es que algunas de las familias que históricamente han ido dominando el partido no se acaban de fiar del nuevo presidente, pero, por el contrario, nadie de ellos ha tenido el valor de ponerse al frente. Así que, finalmente, Alejandro Fernández dará la cara, pero su poder estará controlado y monitorizado por los que siempre han dominado la filial del partido en Cataluña. Sin tener las manos libres, su paso por la presidencia será siempre más continuista. Y esto es lo que más calma los sectores que dominan el PP catalán. Las renovaciones, a veces, no lo son tanto como parecen.

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