Ya somos Europa, pero ¿cuál?

El ascenso de la extrema derecha en las elecciones generales españolas sitúa a España en la línea de muchos países europeos. En los últimos años, los ultras xenófobos, populistas y patrióticos han entrado con fuerza en numerosos parlamentos nacionales europeos. El porcentaje obtenido en las urnas por Vox este domingo es muy parecido al que lograron formaciones que comparten su filosofía en Alemania, Francia, Holanda, Suecia, Finlandia, Austria o Italia.

Por tanto, no nos tendría que sorprender mucho el 15% de votos recogidos por los de Santiago Abascal en estos comicios. Preocupar, sí, claro. Y preocupar, especialmente, porque en Europa hay dos maneras de encajar y responder al auge de la ultraderecha. La mayoritaria, hasta ahora, era aislarla. Así lo han hecho en Alemania, Francia, Holanda o Suecia. En cambio, en Austria, Finlandia e Italia les han abierto, incluso, las puertas del gobierno.

En España, el Partido Popular y Ciudadanos no quisieron escuchar las voces que les pedían que se sumaran al cordón sanitario contra Vox en Andalucía. Corrieron a pactar con este partido la presidencia de la Junta y lo mismo hicieron para lograr la alcaldía de Madrid y la presidencia de la comunidad madrileña. Ciudadanos ha pagado las consecuencias. Si quisiese rehacerse del trompazo tendría que dejar caer todos esos gobiernos y permitir que pasaran a manos de la izquierda. No lo harán. Porque los que financiaron la creación del partido no lo quieren y porque, contrariamente a loque han dicho siempre los de Albert Rivera, les atraen mucho los cargos, las poltronas, que han asumido en las administraciones donde gobiernan gracias al trifachito.

Si aquí aplicáramos este cordón sanitario, leeríamos los resultados de otro modo. Ni tan siquiera nos preocuparía mucho que la CUP y VOX hayan empatado prácticamente a votos en Catalunya. No nos imaginamos a los simpatizantes de Vox haciendo escraches en la puerta de la casa de los directores de TV3 o Catalunya Ràdio a pesar de que Abascal no se ha cansado de pedir el cierre de TV3 y que se aplique de nuevo el artículo 155 en Catalunya.

El ascenso de Vox es una mala noticia. Nada que no conozcan ya en otros países europeos, lo cual, claro está, no es ningún consuelo. Sobre todo para los que queremos un panorama político más favorable al diálogo y el consenso para encontrar una salida al conflicto que sufrimos los catalanes.

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