Vuelve la vieja política y el bipartidismo

Decían que Soraya Sáenz de Santamaría era una buena candidata para ganar a Pedro Sánchez y que Pablo Casado era mejor para contrarrestar a Albert Rivera; para ganar a Sánchez y contrarrestar a Rivera al mismo tiempo, el Partido Popular tenía a Alberto Núñez Feijóo, pero el líder gallego dio marcha atrás in extremis. Así, los populares han acabado eligiendo un clon de Rivera para dirigir el partido. El hombre, salpicado por un máster más o menos fantasma -ya se verá…-, se enfrenta al triple objetivo de desinfectar un PP cubierto de corrupción, detener la hemorragia de votos hacia Ciudadanos, y recuperar la Moncloa. Casi nada.

Paradojas, se ve que Santamaría -en liquidación…- era demasiado moderada (?) Para relevar a Mariano Rajoy, al que también acusan de blando (?). Así, ha venido el amigo del presidente José María Aznar -poco moderado y menos blandengue-, Pablo Casado, a poner orden. Con su liderazgo, Casado retrotrae el PP a las Azores (2003), arrastrándolo hasta la derecha más extrema. Hasta hoy, al PP se le tenía que reconocer el mérito de haber diluido como un azucarillo la extrema derecha en sus filas. Es más, España podía presumir de ser uno de los pocos países europeos ‘deslepenizados’. La irrupción de Ciudadanos, extrema derecha disfrazada de liberal -lobo con piel de cordero-, ha dado la vuelta al panorama. Para combatir los discurso de los naranjas, el PP se ha anaranjado y España ha pasado de no tener ningún partido de extrema derecha a tener dos -o tres, si aceptamos el embrionario Vox. Sin embargo, dicen que ahora, después de ganar las primarias, Casado retomará el camino hacia el centro derecha para preparar el asalto a la Moncloa. También decían que el presidente estadounidense Donald Trump se moderaría…

A Rivera se le ha puesto cara de conejo deslumbrado por los faros de un coche. Él, que ya ensalivaba la idea de atrincherarse en la Moncloa por los siglos de los siglos, ha visto cómo sus máximos opositores -populistas e independentistas- le levantan la camisa y votan la moción de censura que sitúa Pedro Sánchez al frente del gobierno español. Ya se escribió, hasta la saciedad, que la moción apartaba Rajoy del gobierno, pero que, en realidad, lo que pretendía era evitar la entronización de Rivera.

Los últimos movimientos, la moción a Rajoy, la presidencia de Sánchez y la victoria de Casado, devuelven España a la vieja política y al bipartidismo (PSOE-PP). Las encuestas hablan de la recuperación socialista, sobrevenida por el asalto al poder, y esto va en detrimento de Podemos. En la otra esquina, las primarias populares darán empuje a Casado en detrimento de Ciudadanos. Todo ello recupera el bipartidismo, aquel que estaba muerto y enterrado.

Claro que el nuevo PDeCat, ahora del omnipresente Carles Puigdemont, amenaza con retirar sus imprescindibles votos si el PSOE no se porta bien, y eso podría forzar Sánchez a adelantar las elecciones, y eso precipitaría un nuevo escenario. Pero, incluso esto último me recuerda a la vieja política, la de Convergencia, el pájaro en mano y la puta y la ramoneta.

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