Un Maragall con la mitad de votos que el otro

La primera vez que Pasqual Maragall fue elegido alcalde de Barcelona fue en 1983. Le votaron 412.292 barceloneses y barcelonesas. Cuatro años después lo hicieron 400.280 y en 1991, uno antes de los Juegos Olímpicos, la cifra de partidarios de que continuara como alcalde fue de 328.282. Cuando se volvió a presentar como cabeza de lista socialista a la alcaldía, en 1995, animó a unos veinte mil votantes más. 347.083 ciudadanos pusieron la papeleta con su nombre en las urnas. Ahora, su hermano Ernest, se ha presentado también a alcalde de Barcelona y ha obtenido 160.493 votos, menos de la mitad que los obtenidos por Pasqual Maragall en su peor resultado.

ERC, con Ernest Maragall al frente, ha obtenido diez concejales y ha sido la lista más votada. Por lo tanto, si no se produce una coalición de otros grupos municipales contra él asumirá la alcaldía dentro de unos días. Hace cuatro años, Ada Colau se convirtió en la primera mujer que accedía a esta alcaldía. Los partidarios de la independencia de Catalunya han destacado que Ernest Maragall es el primer alcalde independentista de la capital. No descarto que alguno de los muchos alcaldes que ha tenido la ciudad lo haya sido antes. Hace muchos años que Barcelona funciona y los que tienen vocación de remontarse a 1714 para justificar sus posiciones políticas actuales quizás encontrarían primeras autoridades locales independentistas anteriores al Maragall dos años más joven que Pasqual.

Ernest Maragall se pondría más de media ciudad en contra si se convirtiera en un portavoz permanente del independentismo desde la alcaldía y se enfrontaría a muchos barrios de la ciudad. Pero también sería un error organizar un complot entre los nuevos concejales para echarlo porque es independentista. Para ser un buen alcalde o alcaldesa de Barcelona no es determinante que se sea independentista, federalista, autonomista o españolista. Se tiene que velar por los intereses de los barceloneses y barcelonesas.

A los políticos les gusta decir que serán los alcaldes o los presidentes de todos los ciudadanos, pero demasiado a menudo caen en serlo sólo de sus votantes o simpatizantes. Si esto es grave siempre, más lo sería si cayera en este error un alcalde que tiene sólo 10 de los 41 concejales de un consistorio. Y sin caer en aquello tanto desagradable de 'Barcelona, first' se la tiene que saber gobernar con la voluntad de satisfacer las necesidades de los independentistas y de los que no lo son.

Si Ernest Maragall no lo sabe o no lo quiere hacer preveo un mandato lleno de mociones de censura y de confianza.

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