Tierraplanismo histórico

En lugares recónditos de la red ya son muchos los independentistas que se preguntan si las investigaciones del Institut Nova Història les son de provecho. "Se agradece la intención, pero permiten a los unionistas decir, sin mentir, que hay catalanes diciendo que Shakespeare era catalán", escriben con preocupación. Y es que, efectivamente, el equipo de investigadores criptohistóricos encabezados por Víctor Cucurull, Jordi Bilbeny, Pep Mayolas y Jaume Marfany nos han proporcionado risas sin fin con afirmaciones como que William Shakespeare y Miquel de Cervantes eran una misma persona nacida en Jijona, a pesar de que la familia provenía de Puigcerdà.

La misión histórica –nunca mejor dicho- del Institut consiste en rastrear en el pasado para constatar que Santa Teresa de Jesús, Erasmo de Rotterdam y, claro está, Cristòfol Colom eran catalanes, como probablemente también lo fue Leonardo da Vinci. Auténticos avanzados, ya no tratan de reinterpretar la historia como se hace de forma habitual, por ejemplo, escondiendo que la Guerra de Sucesión fue un conflicto entre dos casas reales que aspiraban al trono de España y enfrentó a los catalanes entre sí; que ciudades como Berga y Manlleu eran filipistas y botifleres, o que el bando dictado por Rafael Casanova el 11 de septiembre de 1714 para llamar a la resistencia de los barceloneses invitaba a "derramar gloriosamente su sangre y su vida por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España". Ellos, osados, han dado un paso más allá, hacia hitos más amplios, como demostrar la catalanidad de los símbolos en que se basa la bandera de los Estados Unidos o que el catalán no es una legua latina.

Alguna utilidad tienen que tener estas teorías tan cercanas al terraplanisme cuando la ANC se dedicaba a pasearlos –al módico precio de 400 euros la conferencia-, Esquerra Republicana les entregaba el premio Nacional Presidente Lluís Companys, y la Generalitat de Catalunya y –mira por donde- el muy colauista Ayuntamiento de Barcelona los financian. No directamente, que estamos en Catalunya y estas cosas no se tienen que notar mucho, sino a través de empresas como Tasca, Servicios de Animación, con la cual el Instituto comparte razón social. El administrador único de la compañía y el presidente de la Fundación INH son la misma persona, Albert Codinas, estrechamente relacionado con el Cercle Català de Negocis. Y es que investigar resulta caro. Y mantener un programa de televisión, ni que sea en una cadena local como ETV, tampoco sale gratis.

Con estos recursos se construye un fondo de armario historiográfico de gran valor, que permite decir sin ningún tipo de rubor que probablemente Colom llegó a Sri Lanka y por eso su capital se llama Colombo, ciudad que estaría llena de catalanes, porque hay una fruta a la que los nativos llaman pera.

Poco a poco, afirmaciones como esta crean un poso. Se van fortaleciendo mitos, por inverosímiles que sean, y se alimenta este supremacismo victimista profundamente denostado pero entusiásticamente practicado, por el nacionalismo catalán. Así llega el día que ya no es un particular, sino todo un consejero de la Generalitat, como Jordi Puigneró, quien sale en defensa de la catalanidad del descubridor de América.

Pero el Instituto Nueva Historia no es un fenómeno original. En la década de los años 30 del siglo pasado nació Ahnenerbe, un grupo de estudiosos francamente pintoresco que se dedicaba a hacer expediciones al Tíbet para descubrir el auténtico origen de la raza aria y a estudiar las ruinas escandinavas, puesto que si los nórdicos eran altos y rubios, sería porque era en Escandinavia, y no en Alemania donde se encontraban las verdaderas raíces germánicas. He aquí que un día, estos simpáticos investigadores de la historia y los fenómenos paranormales perdieron su inocencia, y un símbolo de la rueda solar y el paso de las estaciones se convirtió en el emblema del III Reich, y en las solapas de los elegantísimos uniformes que Hugo Boss diseñó para las SS, lucía la ruina que identificaba la luz del sol con la victoria.

Las investigaciones de la Ahnenerbe también sirvieron para justificar el expolio cultural de los territorios ocupados y legitimar su anexión a Alemania. Al final será verdad que esto de tergiversar la historia es mucho más que un simple divertimento.

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