Soñar el nuevo sol

El 19 de enero de 1972, el Consejo de Europa eligió la Oda a la Alegría, basada en un movimiento de la novena sinfonía de Ludwig van Beethoven, como himno europeo. Años más tarde, el Consejo Europeo pidió a Herbert von Karajan que hiciera unos arreglos por piano, viento y orquesta sinfónica y los jefes de estado y de gobierno de la Unión Europea le dieron la categoría de himno de la Unión Europea. El Himno a la alegría se interpretó de forma oficial por primera vez el 29 de mayo de 1985.

El himno europeo no tiene letra oficial. Demasiados países y demasiadas lenguas en la Unión Europea para ponerse de acuerdo en un texto único, supongo. Pero yo me quedo con la versión que cantó Miguel Ríos. Son sólo 17 líneas, pero es un himno sin llamamientos al orgullo o la violencia. No proclama que los nuestros son los más valientes, los más guerreros, los más patriotas, los mejores. Es un texto que apuesta por la fraternidad y a la ilusión. "Ven, canta, sueña cantando, vive soñando el nuevo sol, en que los hombres volverán a ser hermanos".

He pensado en ello después de que el Consejo Europeo aprobara un Fondo de Reconstrucción de 750.000 millones de euros para que los países europeos más afectados por la pandemia de la Covid-19 puedan combatir sus efectos más devastadores. De esta cantidad, 390.000 euros serán ayudas directas y las subvenciones se financiarán con el endeudamiento conjunto de los 27 países de la Unión. Los países europeos ricos y los menos ricos compartirán los efectos de este endeudamiento. Los eurobonos que habían rechazado siempre los que se etiquetaban como del Norte, y que ahora se han autobautizado como 'países frugales', son por fin una realidad.

La Europa fraternal, federal, en la que el himno de Miguel Ríos nos invita a soñar empieza a tomar cuerpo. Podemos volver a ser hermanos dentro de una familia mal avenida desde la crisis económica y financiera de 2008.

Y ahora que hemos descubierto que los eurobonos eran posibles, tocaría descubrir que Europa también es capaz de acoger con humanidad a las personas que quieren venir a vivir procedentes de otros lugares del mundo. Que 'el canto alegre del que espera un nuevo día' también tiene que poder salir del corazón de los que se juegan la vida atravesando el Mediterráneo y otras fronteras para formar parte de la comunidad europea federal y solidaria que hemos redescubierto hace unos días.

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