¿Son democráticas las elecciones?

Ya tenemos la cuenta atrás para las elecciones catalanas, y una vez más, ya empiezan a publicarse las previsiones de voto. Y volvemos a ver, cómo ha pasado siempre en la historia de nuestra democracia, que, aunque la mayor parte del voto no sea independentista, muy probablemente volverá a formarse un tripartito en este sentido.

Hay quién se consuela diciendo que también podría formarse un tripartito de izquierdas. Pero, ¡eo! Ya tuvimos uno, en tiempo de Maragall y Montilla, y todos tenemos el recuerdo de la falta de lealtad que demostró ERC hacia este tripartito. Porque aunque diga que es de izquierdas, sus intereses primordiales giran en torno al nacionalismo identitario y soberanista. Por tanto, la izquierda no pudo desarrollar una verdadera política de izquierdas, y siempre se vio salpicada de contradicciones y deslealtades. El resultado más palmario fue un estatuto que forzaba la situación, pero posteriormente, tras su paso por el TC, nadie cogió las riendas para proponer un verdadero cambio constitucional. Más bien al contrario, Artur Mas lo aprovechó para hacer una fuga hacia adelante para tapar la corrupción y los recortes que lo afectaban directamente.

Artur Mas sabía que arrastraría a los otros partidos, tradicionalmente más soberanistas que CDC, si él se mostraba decidido. El hecho es que desde que el proceso se inició, Catalunya se ha deteriorado de forma ostensible en muchos aspectos, y los partidos de gobierno se pelean y no son capaces de generar alternativas mínimamente constructivas.

Durante muchos años ha habido una parte importante de los ciudadanos de Catalunya que votaban en las generales y en las municipales, pero que no lo hacían en las elecciones a la Generalitat. Se han dado todo tipo de explicaciones para este comportamiento. Yo creo que una parte es consecuencia del desaliento. Una democracia funciona si hay alternancia en el poder entre los partidos que se presentan a las elecciones. En Catalunya no es así: con menos votos, la ley electoral da sistemáticamente más escaños al independentismo.

Según el IDESCAT, del total de 7.727.029 habitantes de Catalunya, viven en Barcelona 5.710.903; es decir, el 73,9% de la población catalana. Pero su peso específico en el Parlament es del 62,9%. Teniendo en cuenta que en Barcelona se concentra más voto progresista y es la que tiene más influencia dentro de España y en el mundo, la infravaloración de Barcelona perjudica a todos los ciudadanos de Catalunya.

Catalunya es la única comunidad que no tiene una ley electoral propia y usa la española. Pero la ley electoral española es un guirigay, puesto que no es ni federal ni deja de serlo. Si estuviéramos en un país federal, habría dos cámaras de representación. Una sería el Parlamento, donde estarían representados los ciudadanos (una persona, un voto, o casi) y otra donde estarían representados los territorios (con voto ponderado por territorios).

En España tenemos un Parlamento que no representa exactamente los ciudadanos, sino que protege las zonas rurales frente a las urbanas. Esto no se acaba traduciendo en políticas de protección a las zonas rurales, sino en un conservadurismo mayor. Por otra parte, el Senado vuelve a ser una variante de lo anterior. Como coletilla, la jurisdicción electoral es la provincia y no la comunidad autónoma. Esta ley, en España, hace que la población española sea más progresista que sus gobiernos, y que el Senado no ejerza competencias de redistribución entre territorios, y de coordinación y cogovernanza.

Trasladada a Cataluña, la ley electoral es un desastre, puesto que la alternancia política es inverosímil. Si a esto añadimos la apropiación descarada que ha hecho el independentismo de las instituciones catalanas, después de tantos años en el poder, hace que a muchos ciudadanos les dé la impresión de que no vivimos en una democracia. Esto no tiene solución desde Catalunya, puesto que no habrá nunca un Parlamento catalán que pueda votarlo. Sólo se puede hacer desde el Parlamento español, cambiando una ley electoral que diferencie claramente las dos cámaras, tanto en cuanto a representación ciudadana, como en cuanto a la representación territorial, que tendría que ser la comunidad autónoma.

Con sólo que la ley eliminara la provincia como jurisdicción electoral, las izquierdas federales ya podríamos ganar las elecciones en Catalunya.

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