Sólo los afectados son capaces de luchar por sus derechos hasta el final

En este artículo queremos hacer un homenaje a la gente de Montcada i Reixac por su lucha, que ha conseguido un gran éxito después de más de 15 años, contra la contaminación de la cimentera Lafarge. El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya ha sentenciado a favor de la Plataforma Antiincineración de Montcada y de la agrupación vecinal de Can Sant Joan y ha declarado nula (por tercera vez) la licencia ambiental mal otorgada por la Generalitat a Lafarge Cementos para quemar residuos en la empresa.

Esta larga lucha nos demuestra una vez más que los afectados por un problema son la  vanguardia, la punta de lanza, el motor de la lucha. Los demás podemos ayudar, apoyar, pero la lucha es suya. Lo mismo pasa en la lucha contra el patriarcado y la violencia de género: son las mujeres. Y también encontramos otros ejemplos en los jubilados, en los trabajadores precarizados de la Atención Primaria, sociosanitarios y otros de la sanidad donde se ha sumado la ciudadanía afectada y organizada, los parados y los jóvenes que no tienen trabajo, y tantas otras luchas por las condiciones de vida y los bienes comunes.

Hay una larga historia en nuestro país de luchas ambientales y por la salud. Recuerdo, por haberlas vivido: las de los vertederos de residuos (domésticos e industriales) como La Fontsanta, Constantí, Garraf, la Mina Verde, Vacamorta, recientemente en Riba-roja y muchas otras. La quema de residuos, con la oposición a una nueva incineradora en el Área Metropolitana de Barcelona en 2008 y la utilización de las cementeras y los proyectos de plantas mal llamadas de recuperación de energía: la incineradora del Besòs, junto a la de cadáveres, y todas las cementeras de Catalunya (Montcada, Molins de Rei, Santa Margarida y els Monjos, Alcanar…). Los proyectos de plantas en Palau d'Anglesola y el Poal, en Les Garrigues (Juneda, les Borges Blanques), ahora el proyecto de Cercs. La contaminación industrial:en Martorell y otros lugares del Vallès, en Flix, las nucleares del Ebro, los polígonos petroquímicos de Tarragona. La contaminación del Llobregat (con las potasas del Bages), el ozono de la plana de Vic y la contaminación atmosférica, de causas múltiples, de toda la conurbación de Barcelona, y tantas que seguro que me dejo.

Algunos políticos pensadores después de Marx, fruto de su implicación en las luchas de sus países, defendían que la secuencia cronológica de luchas que se da en una realidad social determinada tiene que ver no sólo con la estructura económica, sino también con las condiciones de la superestructura (cultura, valores, experiencias políticas). Para ellos, lo más importante en la conciencia de clase no es la "teoría" (el conocimiento de formar parte de una clase), sino la experiencia vital de explotación que puede comportar la lucha para liberarse, la lucha social y después la comprensión y la alianza de todas las personas que están en una situación parecida, y el reconocerse como clase.

¿Qué queda hoy de estos conceptos sociales y políticos? ¿Qué clases hay en un capitalismo que ya no tiene la hegemonía de la burguesía (empresarios) sino que está globalizado? Fundamentalmente, hay un capitalismo especulativo y financiero, en manos de las grandes corporaciones multinacionales, con poderes invisibles por encima del poder de los políticos y de los estados, que condiciona totalmente la vida de la gran mayoría de personas y el futuro de planeta.

¿Quiénes son hoy los "parias de la tierra", los que "sólo pueden perder sus cadenas"? Cómo ya hemos dicho, el precariado: los que están enel paro prolongado, los jóvenes, las mujeres, la gente mayor; muchos de ellos discriminados también por cuestiones de raza, de género, de religión. Pero esta situación también afecta de una manera todavía más transversal que las condiciones económicas directas a todas las personas. Afecta a toda la población expuesta a la degradación del medio y a la pérdida de sostenibilidad, que pone en cuestión la subsistencia de la vida al planeta. Estas personas, muchas concienciadas de los problemas y con ánimos para la lucha –como las valientes vecinas y vecinos de Montcada y de todas las luchas por la defensa de la vida y la salud en el territorio–, pueden, a partir de sus luchas sectoriales, confluir en la conciencia de que todo es fruto del mismo problema, el modelo neoliberal depredador de
capitalismo que fomenta el crecimiento económico exponencial, y de sólo unas minorías, y que incrementa las desigualdades.

Hay que tener claro cuál es la casta contra la que se tiene que luchar. Estas pueden ser las últimas utopías.

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