Seguiré aplaudiendo

Hace unos días, una campaña anónima, de estas clásicas que circulan por los chats de whatsapp que empiezan siempre con "me llega que…", animaba a cambiar los aplausos a los sanitarios de cada tarde por un minuto de silencio. Era una estupidez absoluta pero que diivulgaba la idea de que había que dejar de lado los aplausos diarios.

Ahora ha llegado una nueva campaña que justifica que este domingo se deje de hacer la acción ciudadana de apoyo a los sanitarios y a las personas que luchan en primera fila contra la Covid-19 con la excusa de que ha bajado bastante la participación desde que se han suavizado las condiciones del confinamiento y se puede salir a pasear a partir de las 8 de la tarde. La iniciativa propone que se haga un aplauso más largo que el de cada día y cuanto más masivo mejor para cerrar de forma 'digna' esta etapa. ¿Y después qué? Aquí ya no hay propuesta de ningún tipo. Después el silencio. El silencio que pedía la primera campaña, que no me extrañaría que tuviera un origen y promotor idéntico a la segunda.

La Coordinadora Estatal de Mareas Blancas ha difundido un comunicado en el que duda de los intereses que hay detrás esta nueva campaña y afirma que "Aplaudir más o menos no tiene nada que ver con la dignidad; intentar romper la dinámica social que resulta ser, además de un agradecimiento colectivo, una ocasión para generar colectividad y permitir un gesto por la esperanza, es lo indigno". Y se pregunta "¿A quién le hacen daño los aplausos?". Esta coordinadora, que lucha desde hace años por una sanidad cien por cien pública, anuncia que continuará 'sine die' con los aplausos y anima a los vecinos y vecinas a no renunciar.

¿Qué queréis que os diga? Me fío más de la gente que hace muchos años que defiende la salud pública que de las campañas anónimas de Internet.

Mientras no me propongan una alternativa que me permita continuar mostrando mi admiración y agradecimiento a todas las personas que arriesgan su salud para defender la mía, continuaré aplaudiendo cada día su esfuerzo. Dejar de hacerlo es, para mí, como robarle a la ciudadanía una herramienta que durante semanas nos ha unido a vecinos de derechas y de izquierdas, independentistas y no independentistas, cristianos, musulmanes o ateos, con un objetivo común absolutamente digno y humano.

Este lunes volveré a aplaudir. No estaré solo. ¡Y a ver quién es el espabilado que se inventa una nueva campaña para impedírmelo!

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