Scape Room. Al salir, por favor, hágalo por la puerta adecuada

La Covid19, un 15 de marzo de 2020, nos hizo atravesar incrédulos pero raudos, la puerta de casa, para cerrarla detrás nuestro de inmediato. Salimos solo a por provisiones, Farmacia, Panadería o Estanco. Al ir conociendo los estragos del virus, según fuera el nivel de riesgo, hubo más expertos en compras on-line, utilizando como nunca las redes y los sitios chat (zoom, skype) + emails y un ‘bendito’ whatsapp, usado por trabajo, ocio y familia.

Con una agenda cada vez más llena de citas virtuales, se estuvo al tanto de medios escritos y audio visuales, alucinando entre fakes que no lo parecían, explosiones de odio y maquinaciones conspirativas de puro terror. Ante un escenario de hospitales en overbooking, ucis completas, falta de respiradores, miles de muertos diarios, -algunos próximos-, tenebrosas historias de ‘triajes de guerra’ y descubrimientos desoladores en las residencias, este tiempo de confinamiento debería de habernos marcado a fuego, así que, deberíamos saber que, al salir, la puerta por la que entramos ya no será la misma. (O sí. De nosotros dependerá).

Es más, nos vamos a encontrar con + de una puerta como en ‘aquel del SCAPE ROOM’ del domingo, o en ‘Castillo de la bruja’, con los niños. Esa habitación con 3 puertas de vivos colores, de las que hay que escoger una para poder ‘escapar’ y seguir adelante. ¿Salimos simplemente a la calle? ¿O escogemos la puerta que nos permita ir ‘más allá’?, una ‘nueva’ puerta de salida que conecte de una vez con la toma de conciencia para un nuevo paradigma de vida; económico, social, familiar, laboral y de consumo, en el que la unión sería uno de los ejes vertebradores. Ya lo dibujó Forges: “la gente unida no tiene ni idea del poder que puede llegar a tener”. Porque no lo duden, además de ajustes de pandemia, van a llegar más conflictos, el climático es uno, así que en ese cambio de vida deberíamos hacer algo más que usar mascarilla y tomar distancia.

La insólita situación nos subió mentalmente en un Dragon Khan, desde el que padecimos turbulencias y vértigos, con estados de justa indignación objetiva, conjunta y compartida. Dos escenarios se compaginaban: uno de unión y solidaridad tanto desde los balcones como desde las iniciativas de ayuda poniendo a disposición lo que cada uno buenamente pudiera aportar o hacer, y un segundo de acerada critica común y objetiva, no sesgada por parámetros políticos de bando… Debo ser capaz de sancionar incluso con más energía precisamente a aquellos en los que he confiado”. No obstante, pronto comprobamos, una vez más, como el sistema nos puede llegar a manipular a su antojo, al caer en la misma trampa que ellos utilizan desde siempre: “tu propuesta podrá estar bien, pero como viene de vosotros la descartamos”.

El panorama de mutua deslealtad que enseguida nos ofrecen los políticos, en el Congreso y declaraciones, “nos contagia” de las respectivas posiciones ideológicas, cuando “no tocaba”. La objetividad queda anulada, la pandemia pasa a un segundo término, emerge ‘la agresión’ y todo queda en un ‘eres de los míos, o no eres’.  En plena crisis sanitaria vemos manifestaciones imprudentes que incluyen enfrentamientos violentos, con mascarillas ensangrentadas. Las caceroladas ‘elegantes’ de barrios altos de Madrid, los escraches (mira por donde) a ‘Galapagar’, y similares salidas ‘compensatorias’ opuestas, de grupos de apoyo al gobierno y críticas a la gestión de Ayuso, nos ofrecen junto a los coches fúnebres, un panorama surrealista.

La facción catalana independentista, como no, también se manifiesta por si nos habíamos olvidado del ‘prusés’ y por supuesto solo alaba la ‘magnífica y excelente’ gestión del govern, dejando la crítica para la facción no nacionalista. ¿Se dan cuenta? Todo este cúmulo de despropósitos se lleva a cabo ante la estupefacción de unos agotados sanitarios que observan la situación como si fuéramos extraterrestres irresponsables, pues saben que son ellos los que deberán sacarnos de un nuevo rebrote.

Al salir por la puerta, deberíamos tomar conciencia de lo objetivo, de que la unión hace la fuerza, y el enfrentamiento nos rompe y debilita como ciudadanos, del respeto por quienes arriesgan su vida por nosotros, de la convicción de no caer más en la trampa de la manipulación, de un sistema que es el que finalmente nos ha traído estos lodos. Acepto que, por la costumbre, pueda ser difícil darnos cuenta de lo pernicioso que es, ‘seguir al flautista de turno’, pero hemos entrado en ‘tiempo de guerra’, de una guerra que perderemos, si no estamos todos en el mismo equipo para ir en contra de privilegios, de desigualdades, del capital salvaje y abusos.

Deberíamos confluir, por pura evidencia, de que el político es un colectivo que (excepto para sí mismo) no da respuestas frontales a las necesidades de la ciudadanía, ni los unos, ni lo otros. Así que darles cancha supone desunirnos, para seguir ellos felices con lo suyo y en sus turnos de poder. Dejemos las militancias para las elecciones. Votemos entonces como consideremos, o a un partido nuevo, o en blanco, pero no les hagamos el juego enfrentándonos hoy entre nosotros, porque, ahora mismo están encantados con nuestras peleas “por ellos”

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