Rectificar es de sabios y necesario

Dicen que rectificar es de sabios. Y necesario, añadiría yo. Lo he constatado durante los cuatro años que llevo ejerciendo de profesor en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona. Los profesores no somos infalibles. Ni lo sabemos todo. Nos equivocamos a veces. Y reconocer estos errores hace que los alumnos te valoren más. Siempre hay alguno que interpreta que no eres de fiar pero la mayoría agradecen la sinceridad y trabajamos más a gusto juntos.

En política tendría que pasar lo mismo. Que la rectificación, el reconocimiento de una equivocación no supusiera el descrédito permanente de un político. Y se agradecería especialmente que esa rectificación no respondiera a una presión popular muy fuerte o a la amenaza o el chantaje de alguien con mucho poder, sean algunos medios de comunicación o el 'pool' de las entidades financieras y grandes empresas. Cuando el rey Juan Carlos reconoció que se había equivocado yendo a cazar elefantes en Botsuana cuando España estaba pasando por los peores momentos de la crisis económica lo hizo porque todo el mundo se le echó encima. No le quedó otro remedio. Ningún mérito, pues.

Cuando el Tribunal Supremo hizo todo lo que estuvo en sus manos para anular la sentencia que había dictado una de sus propias salas y que obligaba a los bancos a pagar los impuestos de las operaciones notariales en la suscripción de hipotecas también rectificó. Pero lo hizo en el sentido contrario al que yo defiendo. Rectificó porque los bancos se lo exigieron. No es esto, compañeros jueces, no es esto.

En Cataluña, necesitamos que los que han cometido errores de calado en los últimos años los reconozcan. Estamos donde estamos y no podemos marcha atrás. Las sesiones parlamentarias de septiembre de 2017, donde se dieron por superados el Estatuto de Autonomía de Catalunya y la Constitución española fueron una gran pifia. Responder a la celebración del referéndum del 1 de octubre de aquel año con un reparto de porrazos indiscriminados, también. O proclamar la independencia de Cataluña con medio Parlamento y medio país en contra. O vanagloriarse de haber descabezado la dirección del movimiento independentista. O utilizar Tv3 y Catalunya Radio como elementos de agit-prop independentista.

"Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir", dijo Juan Carlos de Borbón el 18 de abril de 2012. Que los dirigentes políticos que han cometido errores como los que he mencionado y otros pronuncien estas diez palabras en castellano, catalán o el idioma que sea seria muy de agradecer en puertas de un 2019 que todo apunta que vendrá cargado de nervios, tensión y días tristes.

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