Por fin el Brexit

En el Reino Unido, el Partido Conservador que lidera Boris Johnson ganó por mayoría absoluta las elecciones del 12 de diciembre de 2019. El Parlamento Británico ya ha decidido con 358 diputados a favor y 234 en contra que, el 31 de enero de 2020, dejará de ser miembro de la UE. Con esta decisión se inaugura una nueva etapa en la historia del Reino Unido.

El Brexit es una decisión que muchos creen que perjudicará los británicos y también, aunque en menor escala, a los europeos, pero al menos tiene la ventaja que se ha acabado un largo periodo de confusión y de incertidumbre. Detrás de esta decisión quedarán cuatro años de un debate, pesado y confuso, sobre el Brexit, en el cual se han dicho muchas barbaridades. Los partidarios de salir de la UE explicaban las maravillas de la salida, y los partidarios de seguir anunciaban grandes catástrofes si se salía. Tanto el partido conservador como el laborista contribuyeron a crear mucha confusión. Al estar sus directivos y militantes muy divididos sobre si salir o no de la UE, las propuestas que hacían los partidos eran ambiguas y contradictorias.

Los debates en el Parlamento eran diálogos de sordos que aumentaban la confusión y la crispación. De cara a las elecciones los laboristas querían que el debate electoral fuera un debate ideológico centrado en los temas clásicos de derecha e izquierda. Pero también aquí los laboristas estaban divididos entre los partidarios de una izquierda moderada o más radical. Jeremy Corbyn no tuvo la suficiente autoridad para dejar clara cuál era la propuesta laborista. Centraron la campaña en hablar de cuestiones sociales o medioambientales, como por ejemplo, la desigualdad, como garantizar el sistema nacional de salud o la emergencia climática. No vieron que lo que se decidía en estas elecciones no eran las cuestiones sociales, sino si se quería salir, o no, de la UE.

Para los defensores del Brexit, no se trataba sólo de una cuestión económica, sino de la posibilidad de recuperar la soberanía para decidir en cada momento lo que se creyera mejor. Los laboristas no supieron captar que en ciertas circunstancias las ideologías y los principios son sustituidos por las emociones, el pragmatismo y el oportunismo. Es toda una lección política ver que, en ciertos momentos, los temas emocionales están por encima de las ideologías. Muchos ciudadanos, y en especial los perdedores de la globalización, están tan decepcionados con los políticos, y en especial con los burócratas de Bruselas, a quienes acusan de todos los males, que quieren un cambio. Cambio es la palabra mágica. En este caso, a Johnson se le veía como el político claramente comprometido con la salida del Reino Unido de la "pèrfida" Europa, y además halagaba el orgullo de volver a ser una potencia mundial que podía decidir sobre su futuro.

Pero no todo es tan bonito. El Reino Unido está conformado por cuatro naciones: Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda norteño. En los próximos años corre el riesgo de desintegrarse como unión. En Escocia el Partido Nacional Escocés ha obtenido una victoria avasalladora y ya ha anunciado su voluntad de convocar un segundo referéndum para la independencia de Escocia y seguir siendo miembro de la UE. La primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, ha afirmado que no se trata de pedir permiso a Johnson para hacer el referéndum, sino de establecer el derecho del pueblo escocés a decidir su propio futuro.

También en Irlanda del Norte han ganado los partidarios de la unificación con Irlanda, y han manifestado su voluntad de reunificar la isla. ¿Y ahora qué? Hay que valorar positivamente que haya acabado la incertidumbre de si el Reino Unido dejaría de ser miembro de la UE o no. Pero ahora al Reino Unido se le presentan importantes retos que tendrá que resolver. Tiene que iniciar un periodo de transición y de negociación con la Unión Europea, para acordar cómo serán las relaciones comerciales y de otro tipo entre el Reino Unido y la UE. También tendrá que empezar a gestionar un país pequeño y aislado en medio de una globalización en la cual la masa crítica cuenta.

Se necesitará tiempo para poder evaluar si el Brexit ha sido una decisión acertada, o en cambio, errónea. Si se diese ese caso, seguramente volverían a pedir la entrada en la UE.

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