La Tormenta Perfecta

Ponerle 'Tsunami' al movimiento agitador possentencia del ‘procés’ no presagiaba nada bueno; o era una declaración de intenciones o un mal augurio o las dos cosas. Todo ello, me recuerda a la película "La Tormenta Perfecta", adaptada del libro escrito por Sebastian Junger, que al mismo tiempo se basa en unos hechos reales ocurridos en 1991 cuando el huracán Grace asoló la costa Este de Estados Unidos. La historia describe como un fenómeno meteorológico inusual cambia el rumbo de una tormenta convirtiéndola en una trampa mortal para la tribulación del Andrea Gail, un barco comandado por el capitán Billy Tyne -en la película interpretado por George Clooney. Sin querer incurrir en excesivos spoilers, avanzar sólo que los hechos no tuvieron el mejor de los finales.

Desde el lunes, en qué el Tribunal Supremo hizo pública la sentencia del proceso, hasta la fecha, ha llovido bastante. Hasta ahora, la violencia ha sido más el deseo de unos cuantos que una realidad -la falta de tortazos o su escasísima presencia ha hecho saltar la rebelión de la sentencia. La tormenta perfecta, sin embargo, se está formando: una sentencia desproporcionada debe convivir con protestas violentas en la calle y un adelanto electoral que hace inviable cualquier solución razonable del conflicto. Una tormenta perfecta que puede llevarse unas cuantas vidas (políticas)…

Desengañémonos, igual no fue una buena idea que Pedro Sánchez adelantara las elecciones en vísperas de la sentencia del proceso. En un clima electoral elevado, con los sentimientos a flor de piel por la magnitud de las penas de prisión y con fuego en las calles, se hace muy difícil, si no imposible, gestionar la solución del conflicto. Hay quien apunta que la violencia de Cataluña será la gran excusa para justificar la coalición poselectoral del PSOE y el PP. Pero, la aritmética es caprichosa y veremos qué escenarios se plantean después del 10 de noviembre. De momento, la ascensión de Pablo Casado parece imparable, y veremos si Sánchez y Pablo Iglesia lamentan ad infinitum sus desacuerdos.

La otra pega es Quim Torra. El Andrea Gail catalán no cuenta con un capitán bastante diestro para capear el temporal. A estas alturas del partido, pocos dudamos de las incapacidades del presidente. El conflicto le viene grande y haría bien en apartarse definitivamente. Su torpeza hizo que fuera de los últimos en repudiar la violencia que, sea hecha por radicales 'indepes', por infiltrados o por mercenarios camorrista, o por una macedonia de todo ello, es difícilmente justificable. No se puede ir a misa y repicar campanas; no puede Torra animar a los CDR a protestar y enviar a los Mossos a reprimirlos. No ha sido capaz de consensuar una respuesta unitaria a la sentencia con Esquerra y ahora, a última hora, como un mago de pacotilla, se saca del sombrero el conejo de otra consulta antes de que acabe la legislatura. El presidente que necesita Cataluña no es Torra y este debería salir de las urnas.

Dicho todo esto, insisto: la sentencia me parece un disparate. Por otra parte, no vamos a salir del callejón sin salida con los líderes independentistas en prisión.

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