La historia de Mamadou y Joaquim

El presidente está muy ocupado, dice. No se puede hacer cargo de todos los problemas que le incumben, porque los problemas son muchos y muy complejos. Dice el presidente que los problemas le sobrepasan, dice que usted tiene que comprenderlo.

Hoy, un alumno me ha explicado que abandona los estudios. Abandona los estudios y su vida aquí, y se va a un pueblo, a otro país. Llegó a España en patera. Se puso a estudiar, consiguió un trabajo. Estudiaba y trabajaba. El trabajo, sometido a unos horarios terribles: madrugada o noche, según las necesidades o los caprichos de la demanda o del jefe. El fin de semana, al completo. Consiguió alquilar un piso. Se casó. El chico es un ejemplo no sólo para los que llegaron a España cómo él, también lo es para los chavales nativos. No se queja nunca. Es un chico humilde, agradecido. Es consciente de que el azar determina (el lugar donde has nacido, las personas con quienes te has cruzado). En las escasas horas libres que le quedan, hace un voluntariado para ayudar a otros chavales, tanto emigrados como oriundos.

Se llama Mamadou. Le acaban de comunicar que le reducen la jornada laboral y, por tanto, el sueldo, y aprovechando la caducidad del contrato de alquiler, se lo aumentan un 30%. De forma que se va. Se pira pero no se rinde, porque la gente como él no se
rinde. Seguirá luchando, pero luchará en otro lugar. Y estoy seguro que lo conseguirá. Mamadou es un resiliente nato.

Sobre casos como el de Mamadou le preguntaron el otro día al presidente, y el presidente respondió que no estaba para estas minucias, que su trabajo es muy complejo, demasiado complejo para llegar a todas partes. En el catálogo de las respuestas desafortunadas no hay ninguna más lamentable que esta. Dijo el presidente que tiene compañeros en la cárcel y en el exilio. Dijo: "Usted puede comprender que con esta vida que llevo no puedo con todo". Se olvidó de decir que, de vez en cuando, suspende una reunión para ir a cortar una autopista: su vida es muy pero que muy compleja. Y difícil. Tiene que visitar presos en presidios lúgubres, confortar exiliados en países lejanos e inhóspitos.

Los pobres, al lado de los presos y los exiliados, son seres muy pequeños. Y si además de pobres son extranjeros que no votan, son unos tipos insignificantes, sin ninguna relevancia para un hombre tan atareado: estos pobres no tienen sentido y no tienen lugar en su proyecto político. Se olvidó de añadir que los pobres le importan muy poco, pero no lo añadió porque todo el mundo lo sabe. Que ya se apañan, que la patria no está para atender pequeños problemas de pobres, que la patria es lo opuesto a la miseria. Podría haber añadido que si estos pobres están abrumados por algo, pues que se dirijan a TV3, por si la Maratón de la Limosna
del año que viene les puede atender. Su tarea es tan ardua que le impide pararse a pensar en la pobreza. Pensar en la pobreza, qué bajeza, qué cosa más secundaria.

Si mañana encierran a un amigo mío en la prisión y yo no voy al trabajo porque me impongo el deber moral de visitarlo en su celda, o voy pero no doy ni golpe con la excusa de que me siento muy mal por tener un colega enchironado, me dirán que escoja entre mi trabajo y mis amistades, puesto que el sueldo es público y los que cobramos de la cosa pública nos debemos a todos, y nuestra única obligación es trabajar para lo mejor para todo el mundo. Me imagino la cara que harían mis alumnos si les digo que la clase se suspende porque tengo que ir a cortar una autopista por el bien de la patria, y que se estudien ellos sólo la lección, que ante los hitos y las encrucijadas históricas de la patria, del sentido trascendente de la patria en la historia y en lo universal, sus pequeños problemas no son nada y, además, me importan un pepino.

Eso sí: que no se olviden de pagar sus impuestos, puesto que mi sueldo sale de estos impuestos, de cada vez que se compran una barra de pan y pagan el IVA, que es para mí. Y que si osan abrir la barra de pan para meter un trozo de queso dentro, que sea queso catalán, sobre todo catalán. Que no se les ocurra poner queso manchego, porque los manchegos son colonos, opresores, enemigos de la patria, simples bestias. Mejor pan solo que pan con queso manchego.

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