Jordi García-Soler: ¡Esto no tocaba!

"¿CDC? 'Esto no toca'". Así se titula el último artículo de Jordi García-Soler que publicamos en EL TRIANGLE, el pasado 29 de mayo. Dos días después el corazón le dejaba de funcionar mientras dormía la siesta. Cuando me enteré, al día siguiente, tiré el teléfono móvil donde acababa de leer el mensaje de whatsapp de una amiga que lo comunicaba. Supongo que era un acto reflejo de rechazo a la noticia. Lo recogí con la esperanza de que la hubiera leído mal. Pero, no. Lo había leído bien. Su vida había llegado al fin. A los 73 años. Diez días después de mandarme un mensaje con el texto "Superada última quimio", con tres emoticonos de una mano con el pulgar hacia arriba y uno de una cara feliz, llorando de risa.

Yo estaba sorprendido de la forma como encajaba la quimioterapia. Las sesiones a las que se sometía después de la operación por el cáncer de pulmón que sufría no afectaban a su capacidad de trabajo. Más bien al contrario, escribía más artículos que nunca. En El Plural, Crónica Global, EL TRIANGLE. Participaba en tertulias. Organizaba una entrevista de media hora semanal en Ràdio 4. El 14 de mayo me escribía: "Superada séptima y penúltima sesión de quimio. Casi 3 horas. Muy cansado. ¡Buenas noches!". Y me enviaba un nuevo artículo suyo recién publicado en El Plural. "Vuelves de la quimio y te pones a escribir. Eres incansable", le dije. "Me ocupo para no preocuparme demasiado", me contestó con emoticono risueño añadido.

Una operación de cáncer de pulmón y las posteriores sesiones de quimioterapia no son ninguna broma, claro está. Y a García-Soler le dolía que viejos amigos suyos que eran o se habían convertido en independentistas en los últimos tiempos no se hubieran interesado por su salud. Lo explicaba en otro artículo en EL TRIANGLE, publicado el 27 de maarzo, que tuvo una cierta repercusión, titulado "Carta a mis viejos y nuevos amigos independentistas". El último párrafo era terrible: "Os escribo desde la pasión, los sentimientos y las emociones, y si queréis incluso desde la rauxa. Íntimamente e irreversiblemente decepcionado por la pérdida total y definitiva de gente con quien he tenido extensas e intensas relaciones de amistad desde hace bastante más de medio siglo, pero que ante uno de los trances más duros de mi vida me han dado la espalda únicamente porque no pienso ni siento como ellos: porque no soy independentista. Llamadme ingenuo o inocente, pero nunca habría pensado que la fe de unos conversos pudiera llegar a este nivel de miseria humana".

Esta miseria era la que combatía García-Soler en sus artículos. También la de los que dan alas y apoyo a la extrema-derecha española, reavivada en los últimos tiempos con el ascenso de Vox y el acercamiento del PP a las tesis y comportamientos ultraderechistas. Por eso, había impulsado el colectivo Tercera Vía y promovido un chat de whatsapp con gente de convicciones muy variadas pero con la voluntad de construir puentes de diálogo y de buscar soluciones de consenso al conflicto interno catalán y al de la relación entre Catalunya y España.

En el chat que impulsó debatimos si era una buena idea pedir que le concedan la Cruz de Sant Jordi. Muchos piensan que no es una buena idea. Sobre todo mientras presida y gobierne la Generalitat aquellos con los que él discrepó tanto. Hemos hablado de pedir otras medallas o de que se ponga su nombre a algún espacio público. Se decida lo que se decida, se haga lo que se haga, nada nos lo devolverá.

¡No tocaba que te fueras, Jordi!

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