Iberia sin fronteras

La ciudad portuguesa de Guarda, próxima a Salamanca, ha acogido, este pasado sábado, la XXXI Cumbre Hispano-Lusa, con la participación de los presidentes y equipos ministeriales de ambos países. Que a pesar de la emergencia sanitaria provocada por la pandemia, Pedro Sánchez y António Costa hayan decidido mantener y celebrar esta reunión bilateral al máximo nivel ya es una constatación del interés estratégico prioritario que, situados en el año 2020 y en el contexto de la Unión Europea (UE), tiene para los dos dirigentes socialistas el proyecto de estrechar la colaboración ibérica.

Es de cajón. La población conjunta de España y Portugal suma unos 60 millones de habitantes y esto nos situaría, por peso demográfico, en el grupo de países líderes de la UE, junto con Alemania, Francia e Italia, incrementando nuestro poder de representación y de decisión en las instituciones comunitarias.

La península Ibérica es un hub privilegiado, sin competencia en el planeta Tierra, que conecta cuatro continentes: Europa, África, América y el Extremo Oriente, a través del canal de Suez. Pero esta condición de “ombligo del mundo” no es posible desarrollarla en toda su extraordinaria potencialidad si, previamente, no tejemos las infraestructuras que vertebren el espacio peninsular.

En este sentido, es especialmente urgente culminar la conexión ferroviaria en alta velocidad y ancho europeo entre las orillas atlántica y mediterránea. Esta obra capital lleva décadas de retraso, tanto por el lado español como por el portugués, y ya es hora de desbloquearla y de acelerar su finalización.

La reunión de Guarda, que venía precedida por meses de trabajos preparatorios, ha estado intensa y fructífera. Los dos presidentes han certificado su voluntad de borrar todas las fronteras -físicas, lingüísticas, mentales…- que todavía separan a los ciudadanos ambos países, después de la entrada conjunta en la UE, en 1986.

Este “efecto frontera” es especialmente visible y pernicioso en la llamada Raya, la zona que, hasta el año 1986, separaba a ambos países y que se ha convertido en un territorio despoblado y económicamente atrasado. Pedro Sánchez y António Costa han hecho de la revitalización de la Raya uno de los compromisos emblemáticos de esta XXXI Cumbre Hispano-Lusa.

A Guarda también han acudido los militantes del movimiento iberista -que existe y que cada vez es más numeroso- y una representación del digital EL TRAPEZIO, de la familia de EL TRIANGLE, el primer diario que se edita en bilingüe (español y portugués) y que está dirigido a los 700 millones de personas que hablan estos idiomas hermanos.

El día que comprendamos y asumamos que las lenguas de raíz latina –el rumano, el italiano, el francés, el occitano, el catalán, el español, el gallego, el portugués…- son fácilmente intercomprensibles, si ponemos un poco de esfuerzo por nuestra parte, habremos dado un paso trascendental en la solución de muchos de los absurdos problemas políticos y territoriales que nos atenazan y condicionan desde hace décadas. Cuando tomemos conciencia que el catalán y el castellano, para poner un ejemplo recurrente, tienen el mismo origen y son prácticamente idénticos nos daremos cuenta del ridículo cósmico que hacemos levantando un muro de incomprensión entre estas dos variantes del latín.

La política inteligente pasa por el pragmatismo. La comunidad latinohablante, con todos sus acentos y particularidades, tendría que patentizar una voluntad de integración, a través de la intercomprensión, que daría un nuevo sentido al proyecto de vertebración geopolítica europea.

Modestamente, yo me considero un paradigma de “homo latinus”. Edito publicaciones en catalán, catalán/español y español/portugués y me muevo constantemente, por razones profesionales y personales, entre Barcelona, Madrid, Lisboa, Andorra, València, París, con incursiones a Italia… y me entiendo perfectamente con mis interlocutores, ya sea en español, catalán, valenciano, francés, portugués o italiano. Y si hay alguna palabra que no entiendo, pregunto qué quiere decir. El colmo del ridículo es que un español y un francés ¡tengan que recurrir al inglés para comunicarse y entenderse!

Precisamente, el fomento de la intercomprensión entre las lenguas peninsulares es uno de los puntos esenciales que reclama y promueve el nuevo Foro Cívico Ibérico, una plataforma de entidades de España y Portugal que también estuvo presente en la Cumbre de Guarda. Entre sus tareas fundacionales, el Foro Cívico Ibérico se propone hacer un seguimiento crítico y exigente de los acuerdos que firmaron el pasado sábado los gobiernos de España y Portugal.

Y es que pasa muy a menudo que los acuerdos políticos de buenas intenciones quedan en papel mojado, por olvido, por desidia o por inercia burocrática. No será éste el caso: el Foro Cívico Ibérico y el diario EL TRAPEZIO ejercerán con firmeza el cuarto poder y serán estrictos vigilantes del cumplimiento de los importantes protocolos de cooperación establecidos por Pedro Sánchez y António Costa en la ciudad de Guarda.

Desde esta perspectiva, el movimiento independentista catalán y los fundamentalistas lingüísticos –como el grupo Koiné- reman en sentido contrario a la historia. Iberia camina hacia su plena integración, no hacia su absurda y contraproducente desintegración. Si respetamos el principio de la intercomprensión, en vez de asediar e insultar a inmigrantes latinoamericanas que todavía no entienden “cafè amb llet”, no hará falta obsesionarnos como unos hipocondríacos por la salud de la lengua catalana.

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