Hanau, de nuevo, el nazismo más cruel

El nazismo que no cesa vuelve a expresarse, en su faz más cruenta ,con  la muerte de los que llaman “extraños”; esta vez; a través del asesinato de nueve personas de diferentes orígenes nacionales, especialmente los de origen turco. Personas pacíficas y, sobre todo, ciudadanos asentados en tierra alemana, víctimas de la máxima brutalidad.  Es una nueva señal de alarma, especialmente para los gobiernos, del gravísimo peligro que nos acecha en el conjunto de la Unión Europea.

No es casual que dichos asesinatos hayan coincidido con el Manifiesto del Fossar de la Pedrera, impulsado por la Associació Catalana d’Expresos Politics del Franquisme, del pasado 16 de febrero. Es una necesaria y contundente respuesta a la resolución del Parlamento europeo del pasado septiembrw, que equiparaba, “como regímenes igualmente totalitarios y genocidas” al nazismo y el comunismo. La iniciativa fue y es   absolutamente inaceptable, sobre todo en cuanto coincide con la posición de los sectores actuales de la extrema derecha. No en vano, la iniciativa partió, entre otros, de representantes de Estados como Hungría y Polonia.

Fue una declaración injusta y falsa. Que olvida que la 2ª Guerra Mundial no comenzó con la invasión por el Gobierno nazi de Polonia sino que tuvo como “prólogo la guerra de España de 1936 a 1939, “…agresión a un Estado soberano miembro de la Sociedad de Naciones ante la pasividad, inane o cómplice, de un impotente “Comité de No Intervención”. Que, entre las sólidas críticas que merece, soslaya “el más importante y masivo fenómeno de solidaridad de la era contemporánea, cristalizado en la movilización de más de 35.000 voluntarios procedentes de 54 países que hicieron suya la causa de la República Española…” durante la Guerra de España.

Se oculta que “los comunistas españoles….volcaron su experiencia militar en la resistencia contra la ocupación alemana tanto en Francia como en la Unión Soviética…”.

“Se difumina la responsabilidad de las potencias occidentales que, con su política de apaciguamiento, expresada en el Pacto de Munich, toleraron el rearme alemán…”.

“Se minusvalora, cuando no se desprecia, el valor de la contribución militar de las fuerzas comunistas francesas, italianas, belgas ,yugoslavas o griegas a la derrota de la Wertmacht…”.

En particular, en nuestro país, “los comunistas mantuvieron el combate contra el franquismo desde el mismo momento de la  derrota  de la República hasta la consecución de las libertades democráticas sin cejar en la lucha ni un solo momento de las cuatro décadas de dictadura…”.Y muchas más razones para valorar, como hace dicho Manifiesto, que “cualquier equiparación entre nazismo y comunismo es moralmente injusta, históricamente errónea y políticamente deleznable”.

El Manifiesto recomienda a la Unió Europea “inquietarse” ante el incremento de la ultraderecha, dando las directrices adecuadas para hacerle frente, con todos los recursos legales imaginables. Porque, como anunciaba Bertolt Brecht, ”aún es fecundo el vientre que engendró a la bestia”.

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