Hacia los hospitales del siglo XXI

Yo he vivido dentro del monstruo y le conozco las entrañas. He trabajado como profesional médico 40 años en grandes hospitales y los conozco como paciente en los últimos 8 años, y puedo decir que los hospitales están demasiado gordos, y ya sabemos que la obesidad es perjudicial para la salud. Debemos sacar grasa de los hospitales y potenciar su musculatura. Los que tenemos ahora están pensados ​​con criterios de los años 60 y para unas necesidades de salud diferentes a las actuales.

El problema no es sólo la precariedad de recursos debido a la crisis y los recortes. Este problema, que es importante, esconde desde hace años un mal modelo de planificación y gestión, de fragmentación y dispersión caótica. La falta de una política clara y el sistema dual; público y concertado, con empresas privadas de negocio, ha llevado al reforzamiento de grupos de presión y la administración sólo ha hecho de "repartidor del pastel" cuando no de corrupción.

Hay que replantear los objetivos y las funciones de los diferentes ámbitos del Sistema Sanitario y determinar lo que es hoy mejor para la salud de los ciudadanos y la sostenibilidad del Sistema.

Que tiene que hacer (y no hacer) el hospital, la Atención Primaria y Comunitaria y los servicios sociosanitarios.

Y que se debe hacer ingresando o se puede hacer, con mayor calidad y resultados en salud, en el domicilio de los pacientes.

El siglo XXI necesita unos hospitales más ágiles, más efectivos y menos costosos.

Recursos que ahora se desperdician (con poca eficiencia) en un determinado nivel o pagando empresas de negocio, se pueden destinar a otro nivel asistencial más eficiente y con mayor calidad, mejorando sus dotaciones económicas y de personal, su accesibilidad y su resolución.

Se ha de ordenar y concentrar el "terciarismo" (alta tecnología y complejidades) en los hospitales dentro de cada territorio, con sinergias entre hospitales comarcales y hospitales con todas las especialidades complejas. Pasar a la Atención Primaria los presupuestos hospitalarios actuales dedicados ahora a hacer funciones que puede hacer la Atención Primaria con visión más longitudinal y holística: la llamada "hospitalización a domicilio", muchos "hospitales de día", seguimiento de pacientes crónicos y otros.

Internalizar al sector público servicios sanitarios asistenciales concertados hoy con empresas privadas (con lucro y/o grandes sueldos de sus cargos directivos).

Empezando por los servicios ambulatorios y domiciliarios (urgencias, rehabilitación, atención a la salud a Residencias geriátricas y otros).

Limitación máxima de sueldos de los directivos y altos cargos de gestión de la sanidad pagada con dinero público por el CatSalut (cifras razonables serían 5.000 euros al mes por 14 pagas que representan 70.000 euros al año).

Detener las inversiones en nuevos hospitales y dedicarlas a programas de reposición, mejoras y mantenimiento de los actuales.

Hacer los hospitales más acogedores, tanto en su estructura y organización (que se parezcan más a casa) como en sus relaciones humanas, seguridad y respeto a la autonomía de los pacientes.

Mejorar la seguridad del hospital y de sus procesos, lo primero no hacer más daño, registrar y hacer planes de mejora de las complicaciones, errores, negligencias y malos resultados.

La comparación de resultados en salud entre hospitales y con los estándares de calidad debe ser sistemática y con consecuencias en la financiación.

Los hospitales, sus gestores y profesionales deben estar al servicio de los pacientes y el servicio (solidarios) de los otros recursos del Sistema asistencial, sobre todo de la Atención Primaria mejorando mucho sus actuales listas de espera.

Deberíamos conseguir un máximo de tres semanas para la visita de un especialista o prueba diagnóstica y máximo de tres meses para intervenciones no urgentes.

Todo esto, y seguramente muchas más cosas que podemos ir pensando, ayudarían a racionalizar, hacer más eficiente, con más calidad y mejorar el caos y la degradación actual de nuestro Sistema Nacional de Salud.

Seguro que la ciudadanía y los profesionales lo agradecerán extraordinariamente.

Si no, al final nos podemos encontrar haciendo real aquel viejo dicho: "Mal por mal, más vale la taberna que el hospital". Δ

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